Revista Libros

La subasta del lote 49, Thomas Pynchon

Por Ladyboheme @Ladyboheme
La subasta del lote 49, Thomas Pynchon   He leído muchos libros a lo largo de mi vida. Libros buenos, libros malos, libros breves, libros tochos, libros únicos, libros que son partes de sagas, libros aburridos, libros tan entretenidos que no podía parar de leerlos, libros... Bueno, creo que captáis la idea. Desde que contaba mi edad con un solo dígito, leo todo lo que cae en mis manos, y siempre estoy con al menos un libro empezado.
   Con todo lo que he leído, nunca me había pasado encontrarme un libro como La subasta del lote 49. A día de hoy, con la lectura recién finalizada, no sé decir si me ha gustado o no.
   La narración es impecable, un estilo limpio, con ciertas florituras, un vocabulario  muy rico y unos diálogos absolutamente brillantes (creo que lo mejor del libro, casi sin dudar), pero el problema es que las cosas que van sucediendo no tienen sentido, lógica ni un hilo conductor firme. Y aquí es donde hago el inciso: no es que le falte porque el escritor sea malo, sino que tengo la sensación de que todo ese batiburrillo que es La subasta del lote 49 es totalmente intencionado.
   La protagonista, Edipa Maas, se ve involucrada en una curiosa trama al ser nombrada albacea del testamento de un tal Pierce, ex amante de Edipa que se ha hecho asquerosamente rico con el tiempo. Lo que pasa desde que va a San Narciso a ejercer sus labores de albacea hasta el final del libro es la cosa más extraña y sin sentido que he leído en un libro. Creo. Tiene partes que más o menos se entienden, pero, en general, todo es disparatado, absurdo y teóricamente hilarante. A mi no me ha hecho gracia en absolutamente ningún momento, así que ese adjetivo me lo saltaría.
   Creo que Pynchon es un escritor difícil, y me atrevería a decir que o lo amas o lo odias. Yo no llego a odiarle, pero desde luego después de esta experiencia no me he quedado con muchas ganas de repetir. Ha sido un reto, y me ha gustado terminarlo aunque no me haya enterado de absolutamente nada.
   No es una novela que vaya a recomendar pero tampoco voy a disuadir a nadie de leerla. Es una lectura extraña, delirante, absurda, sin sentido y, seguramente, tramposa, haciendo creer al lector que hay algo escondido entre los disparatados sucesos que le ocurren a Edipa Maas que no está captando y eso es lo que le impide comprender el objetivo del libro. Si la intención de Pynchon era esa, le aplaudo y me quito el sombrero. Si era crear algo que de verdad tenía sentido, entonces se ha equivocado estrepitosamente.
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