En un lánguido pasar de minutos, de días, de meses, de años, la fiesta transcurrió con batallas y desencuentros, hasta que poco a poco el caudaloso río del amor, acomodo su cauce a dos personas tan predestinadas como distintas.
En un acto de osadía, de inconsciencia premeditada, retamos a la vida a un duelo, desterrando creencias y convicciones mal paridas por la sociedad, para crear un nicho de libertad tan autentica como nuestra. Es cuestión de suerte o es cuestión de amor, que pasados los años, nuestras mismas debilidades nos fortalecieron. No encuentro mayor acto de libertad que amar, que entregarme a ti consciente del reto, y recibirte mostrándote todos mis defectos para que sean sometidos a tu juicio.
Hablar de amor, o de ti, o de mi, es hablar de sacrificio, de una suerte de bendita maldición que nos entrelaza, para convertirnos en conquistadores de nuevas regiones de nuestra alma. Hablar de amor, o de ti, o de mi, es hablar de un todo que no dice nada, es hablar de un mañana que nos recibe a dentelladas, esperando la flaqueza de animo, de un descuido trasnochado, que habrá la trastienda de los reproches, el bazar de las ofensas, la fosa común de las historias que mal acaban.