En mi escala de prioridades el poder dedicarme a hacer lo que me gusta, tener un trabajo que de verdad me haga feliz, ocupa uno de los puestos más altos. Ha sido una de mis mayores preocupaciones durante años, lo que me ha hecho estudiar diferentes profesiones y probar en diferentes puestos y empresas. Fue un camino difícil e incierto hasta que me lancé a trabajar por mi cuenta. Quiero dejar claro antes de proseguir que este tipo de trabajo no es ni mejor ni peor que los demás, es simplemente el adecuado para mí, y espero que para muchos otros ;)
Poder dedicarme a hacer lo que me gusta ha cambiado completamente mi vida. Cada mañana me levanto con mil cosas que hacer, pero son cosas que me apetecen y que me motivan. Trabajo muchísimas más horas de las que trabajaba cuando estaba empleada por cuenta ajena, pero no lo cambiaría ni por la jornada más corta del mundo (aunque hay que tener un control, que trabajar a todas horas también es pasarse). Puedo relacionarme con otras personas creativas como yo, participar en proyectos que me ilusionan y colaborar con empresas y marcas a las que admiro. Me organizo como yo quiero, adaptando los horarios a mi ritmo de vida. Y todos los días me fascino con el poder de internet y de las redes sociales, con lo importantes que son cada una de las personas que me siguen y por las que siempre estoy agradecida.
Sé que últimamente se nos anima mucho a emprender, que todo parece un camino de rosas y seguramente es lo que se deduce del párrafo anterior. Pero nada más lejos de la realidad. Trabajar para uno mismo es genial, pero tiene su lado malo, su parte oscura y no menos importante que la parte brillante y bonita. Como he dicho, trabajarás más que en toda tu vida: fines de semana, noches, vacaciones (si las tienes)… porque tu proyecto será como tu bebé, la cosa más importante y por la que perderás el sueño. Los primeros meses deberás olvidarte de ganar dinero para subsistir, y eso suponiendo que luego la cosa te vaya bien. Te llegarán críticas y comentarios que te dolerán y te harán llorar, sean o no ciertos, no podrás evitar que te afecten. A veces cuando creas que tienes una idea buenísima, llegará otro y la pondrá en marcha antes que tú. Otras veces te copiarán descaradamente. Y es posible que en alguna ocasión te enfrentes cara a cara con el síndrome del impostor.
¿Entonces merece la pena o tiras a la basura todos tus planes y te pones a buscar trabajo? La gran pregunta. Absolutamente, repetiría mil veces esta experiencia. Emprender y trabajar por mi cuenta me ha hecho ser más fuerte y aprender que solo dependo de mí misma. Es como si me hubiera dado un superpoder. No sé qué estaré haciendo el año que viene, no puedo saber si lo que hago ahora seguirá funcionando o si seguirá siendo lo que yo quiero, pero tengo clara una cosa: si no es lo mismo de ahora, será otra cosa distinta, y habrá nacido de mí. Y buscaré la manera de que funcione. He aprendido a vivir con esa pequeña incertidumbre del emprendedor, sin miedo a ella. Si alguien me hubiera dicho que yo sola con todas mis cosas y mis problemas iba a ser capaz de llegar hasta aquí, me hubiera reído en su cara. Pero ahora, ya veis, confío en mi intuición y en mis habilidades (eso no quita que luego de vez en cuando te la pegues).
Si estás empezando, si llevas un tiempo con un proyecto personal que no terminas de hacer crecer por miedo, te animo a que sigas. A que lo intentes. Pero no lo hagas a lo loco, utiliza la cabeza y sigue una estrategia. La competencia hoy en día es feroz, pero yo siempre he pensado que los proyectos especiales tienen cabida. Porque hay mucha oferta, pero de lo diferente, de lo que transmite, de eso no hay tanto. Y el primer paso para que un proyecto transmita todas esas cosas pasa por creérselo una misma y por darle la importancia que se merece. Así que mi mayor consejo es que te formes, que investigues, que nunca dejes de aprender cosas que te sirvan para tu trabajo o para ese proyecto. No te quedes estática. Este tipo de trabajo es como una relación de pareja: solo dando lo mejor de nosotros y poniendo todo el cariño podemos recibir lo mismo a cambio. Aprende a hacer todo lo que puedas por tu cuenta (si finalmente decides delegarlo a otro, al menos sabrás lo que cuesta hacer esa tarea).
Y por supuesto, cuando te hartes de todo, nada mejor quedar con amigos que sean completamente ajenos a ese mundo y tomarte una cerveza. Te despejarás y volverás con energía renovada, palabra.
Todo esto os lo cuento por dos motivos: primero, porque a través de la pantalla todo siempre parece perfecto e ideal, pero detrás os puedo asegurar que no es nada sencillo (y a veces todos necesitamos un poco de apoyo) y segundo, porque dentro de una semana tendré algo muy especial para aquellos que estáis trabajando con vuestro proyecto o que tenéis pensado hacerlo :D