Ayer fue martes y trece, un día que según dicen da mala suerte.
Usar Sombrero es tener suerte. Por razones varias, la principal y más importante, poseer una cabeza para lucirlo. Una suerte, sin duda, que no pueden decir aquellos que no son conscientes de su existencia, como el protagonista de nuestra historia.
No, no miren el rótulo del blog, sí, están en el sitio correcto, y de momento el que lo escribe aún no ha perdido la suya. Pero es que la historia que les traigo hoy tiene que ver con cabezas que no están y Sombreros que sí.
Esta semana leía una noticia en un periódico de México que me llamaba mucho la atención: se trataba de un Sombrero y el espíritu de su dueño, un mariachi que no permitía que nadie tocase su Sombrero Charro:
El espíritu que cuida un sombrero de mariachi
“Resulta que a fines de los noventas me dieron vacaciones de una semana, me fui a casa de mis papás y aproveché para hacerles varios “arreglitos” a su casa, ya que como son de edad no pueden hacer muchas cosas, por eso les pinté la casa, les limpié el patio y pasé a la bodega muchas cosas que ya no les servían y que sólo estaban haciendo bulto”.
“Estaba en eso cuando de pronto vi un sombrero de mariachi, lo iba a llevar a la bodega cuando mi papá me dijo que no, que era un recuerdo de su hermano (había fallecido hace más de 10 años, era mariachi) y que quería tener ese sombrero ahí en donde estaba en el cuarto donde dormía”.
“Yo le insistí que sólo era basura, y en tono de broma le dije que su hermano no se iba a molestar si lo llevaba a la bodega, en ese momento el sombrero yo ya lo había bajado y lo había puesto en una silla, pues les juro por lo más sagrado que tengo que al instante de que yo terminaba de decir esa frase el sombrero salió volando hacia mi espalda, como si alguien me lo hubiera aventado, yo estaba de espaldas a la silla pero mi papá estaba de frente y solo alcancé a ver sus ojos de terror cuando veía como el sombrero se levantó solo y se fue hacia mí”.
“Ha sido lo peor que me ha pasado en mi vida, lógicamente no había nadie más en el cuarto y el sombrero obvio pesa demasiado como para que el viento lo levante más de un metro y me lo aviente con fuerza a mi espalda”.
“En ese momento no sé de dónde agarré valor, pero levanté el sombrero del piso, lo puse en donde estaba antes colgado en la pared, me persigné y salí de ahí, no cabe duda que el alma en pena de mi tío aún está ahí y de plano se molestó con la idea de llevar su sombrero a la bodega”, finalizó.
Periódico Milenio Novedades – México
Domingo 11 de Agosto de 2013
Ya ven, hay quien defiende su Sombrero hasta más allá del final de sus días, ahora queda en sus manos, o mejor dicho en sus cabezas creerse o no la noticia…
Un blog dedicado a los sombreros no podía dejar de recoger una historia tan llamativa como esta ¿no creen?, si no es así perdónenme por la licencia.
Visto en: Periódico Milenio Novedades – México