El pasado mes de febrero la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia hizo público un informe analizando los mecanismos de contratación pública para saber cuánto suponía en euros el coste de esas adjudicaciones sin ineficiencia y corrupción. Su conclusión era que unos 50.000 millones de euros al año desaparecían por este motivo. Uno de cada cuatro euros gastados al año era de clavo, porque al parecer cada año se gastan de los presupuestos 200.000 millones de euros en licitaciones. No es poco dinero ni el total ni lo que se malversa anualmente porque es a lo que huele, porque pagar facturas infladas o injustificadas no es ineficiencia, es corrupción. A multiplicar por veinte años o treinta en los que el dinero ha llovido desde Bruselas a España y al parecer ha escurrido en Suiza. Es lo que tienen los fluidos como el agua el petróleo y el líquido en euros, que fluyen.
Porque no vaya a ser que las autoridades olvidasen este pequeño detalle a la hora de presentar las cuentas para ingresar en el selecto club del euro, como país rico y potencia económica mundial de primer orden, oficialmente la novena potencia mundial, en parados, la primera. Menos el 25% del presupuesto a gastar que no se gasta, se saquea desde dentro. Si esto se puede hacer con total tranquilidad por parte de quienes lo hacen sin duda es porque funcionan en la más absoluta opacidad, cosa asombrosa cuando el dinero que se gastan no es suyo si no de los ciudadanos. Parece que es muy común esta confusión sobre la propiedad privada de lo público, empezando por el dinero de cada departamento. El resultado de tan asombrosa noticia ha sido uniforme y general, echarle tierra al asunto, porque la urgencia de la actualidad informativa puede conducir a dedicar todo el tiempo a las penalidades de una cantante imputada por blanqueo que cumple una condena de...dos años. Y también está el fútbol, con sus fichajes, las declaraciones de futbolistas y entrenadores, la vida privada de los mismos y las aventuras de sus millonarios propietarios que a la vez lo son de empresas contratistas.
Y como llegaron las elecciones municipales y autonómicas a continuación, todo se centro en si eran más o menos "chavistas bolivarianos" los unos y centristas de la centralidad del centro los otros, y quienes son más patriotas, faltaría más. Y la cantante, que es noticia cada día que no sale de permiso penitenciario hasta convertirse en la no noticia diaria del máximo interés para los medios. Y entonces se obra el milagro por el que todos los miembros del gobierno en pleno se dedican a recorrer el país dando mítines de partido sin ser ninguno de ellos candidato a tales elecciones. Nadie se pregunta si dejarán de cobrar el sueldo que cobran por el trabajo que no están haciendo por dedicarse a la campaña del partido. No diferencian tampoco lo público de lo privado, porque todo el dinero que fluye a sus bolsillos, oficialmente, sale de fondos públicos. Y misteriosamente no parece interesarles recuperar ni un céntimo de esos 50.000 milllones de euros al año, prefieren recortar de la partida de transferencias directas a los ciudadanos que es donde están dispuestos a meter la tijera como se ha comprobado.
Cierto que es un dinero que no va a ningún sitio de otra manera, porque a fin de cuentas eso sólo da para unos dos millones de empleos con un coste de 24.000 euros al año. Puede que España sea incapaz de reducir el desempleo o la pobreza porque se ahorra cada año 50.000 millones de euros que se van en sobrecostes injustificados y corrupción pura y dura. Hay que tener en cuenta que estos gastos no incluyen por ejemplo la corrupción en la recalificación de terrenos y todos los negocios relacionados con concesiones por las que el contratista paga por el uso, disfrute y beneficio, por ejemplo de un chiringuito playero construido sobre suelo público o las tumbonas y hamacas de cada tramo de playa. Es sólo lo que desaparece de los presupuestos anualmente. Luego dicen que España no puede garantizar los derechos sociales que sí pueden Francia, Austria u Holanda a sus ciudadanos porque no hay dinero para ello. No lo hay porque se malversa. Al menos esos 50.000 millones sin contar el cobro de favores de corrupción urbanística, que en la burbuja pudo ser otro tanto.
Y pasaron las elecciones con el resultado de todos conocido, el argumento de que si hay cinco partidos políticos que obtienen similares votos, lo democrático es que el que saque el 21% gobierne aunque los ciudadanos que hayan votado a otras fuerzas sumen el 79% restante, gran novedad del modelo electoral ni siquiera legislada para hacerla entrar en vigor. Hasta ahora si había coaliciones pos electorales gobernaban los que sumasen mayoría, no el más votado, como en el resto de países vecinos, pero si las cuentas no cuadran se puede simular que han cambiado las leyes para obtener el resultado deseado y sobre eso, dar por veraz lo que no lo es. Pero a esas alturas es difícil explicarle a los ciudadanos que si hay algo que no se puede ni tocar, es el mecanismo a través del cual cada año uno de cada cuatro euros se vaya en ineficacia y corrupción o ineficacia corrupta, que todo es posible. Para no ser crueles calculemos sólo los años desde que España entró en la CEE, 1985, un número redondo para que salga 30 años. 1,5 billones de euros salen de esta operación, de los que al parecer nadie tiene responsabilidad alguna o son los ciudadanos que "han vivido por encima de sus posibilidades". Pues resulta que la suma lo malversado es más que toda la deuda pública española.
Por eso existe la demanda de los votantes de que se mire debajo de las alfombras de las administraciones por las que pueda haber circulado el dinero público a bolsillos privados de personas vinculadas con los que deciden a quién se adjudica qué contrato público. Como no es normal que esto pase lo mismo con los servicios de jardinería que de tratamiento de residuos o depuración de aguas, los cursos a desempleados o los presuntos cursos a presuntos ocupados, el desbrozado de maleza de vías de ferrocarril, o las páginas web, muros de facebook o cuentas de Twitter para mejorar la imagen de políticos pagadas con dinero público para beneficio privado. Como se oía decir en una grabación al presidente de la Diputación de Valencia, "el café para nosotros, y para el resto, mierda". Hablaba como se puede deducir de la adjudicación de contratos con cargo a los presupuestos de la diputación. Es fácil deducir cómo será el aparato administrativo a sus órdenes si ha sido él quien ha "dado" los empleos públicos a los que tramitaban los expedientes administrativos para realizar sus negocios lucrativos. Y así en todos los sitios en los que dinero que entra, dinero del que no se vuelve a saber.
Ahora lo que toca, según los medios y la versión oficial, es teorizar sobre la belleza física de los candidatos que se han postulado a unas elecciones presidenciales que en España no existen en realidad. Eso, y si no sale de prisión la cantante, que es noticia segura mientras no haya noticia alguna.