Un equipo internacional de astrónomos ha detectado, horas después de su explosión, una supernova que al aumentar de luminosidad podrá ser vista incluso con unos prismáticos de aquí a una semana debido a su ‘cercanía’ a la Tierra, ‘sólo’ 21 millones de años luz.
El cielo estrellado es uno de los más grandiosos espectáculos que podemos ver, tanto por su belleza como por la inaccesibilidad y la ignorancia que rodea nuestros escasos conocimientos. La explosión de la supernova sucedió hace más de veinte millones de años, cuando el hombre aún no había aparecido sobre la faz de la tierra, y su imagen llega ahora a nosotros, después de haber viajado todo este tiempo a través del cono de luz que nos resulta perceptible. El universo es un gran misterio del que conocemos una infinitesimal parte; resulta comprensible haber puesto a Dios al frente de toda la ignorancia que nos rodea, desde los inicios de la historia. El soplo de tiempo discurrido desde nuestra prehistoria a hoy es imperceptible para el espacio y ya entonces había tenido lugar la explosión de la supernova que hoy nos ocupa, mientras su luz todavía no había llegado a nosotros. Los marinos se apoyaron en las estrellas para guiar sus barcos; enamoraron a muchas parejas y fueron la referencia de los magos de oriente; en el cielo buscamos la respuesta a nuestras inquietudes mediante el simple acto de mirar hacia arriba y nada es lo que sabemos de qué sucede pocos kilómetros encima de nuestras sesudas cabezas, temiendo algunos, como Astérix, que el cielo caiga sobre ellas. Poco hemos avanzado en dos mil años de historia.
