Revista Insólito

La superstición como práctica evolutiva

Publicado el 06 marzo 2016 por Redespress60

Superstición es una creencia que resulta contraria a la razón y ajena a la fe religiosa. El supersticioso cree que ciertos fenómenos disponen de una explicación mágica o mística..

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Las supersticiones no están destinadas a servir un fin superior, y esto es lo que esencialmente las distingue de las religiones, que si bien contemplan la práctica de rituales lo hacen en vistas a alcanzar una comunidad con la divinidad, aunque nacieron muy vinculadas a prácticas religiosas paganas, influenciadas por las posibles amenazas de todo aquello que se presentaba como desconocido.

La ciencia considera que ciertas disciplinas son supersticiones, como la astrología, el espiritismo o el tarot. La superstición, de todas formas, no siempre forma parte de un cuerpo mayor sino que puede ser una creencia aislada.

Introducción a la historia

¿Pero desde cuándo el respeto por esta serie de creencias forma parte de nuestro comportamiento cotidiano? Las respuestas están una vez más en la teoría de la evolución, y la creencia en supersticiones nos ha evitado unos cuantos problemas a nosotros en tanto humanos desde períodos prehistóricos.

Kevin Foster, evolucionista biológico de la Universidad de Hardvard ha propuesto una más que interesante teoría que incluye a las supersticiones en la lista de elementos que propiciaron la supervivencia de nuestra especie. La investigación publicada en la revista británica Proceedings of the Royal Society B informa de evidencias sobre que una predisposición a vincular incorrectamente causa y efecto puede a veces ser útil.

En opinión del experto, las supersticiones serían como las buenas apuestas. Cuando un animal asume un sonido como señal de peligro, puede estar equivocado, pero las ganancias si no lo está son elevadas en comparación con las pérdidas si yerra. La falta de información se ha incorporado mecánicamente una estrategia de aprendizaje que asegure la continuidad de la especie. Por eso, aunque nos parezcan ilógicas, hay una explicación evolutiva a por qué existen las supersticiones.

A medida que hemos ido evolucionando hemos ido asociando los resultados de determinados acontecimientos en función de las condiciones que los han rodeado. En pocas palabras : la ley causa-efecto que viene aplicándose desde los inicios de la humanidad. Si tomamos en cuenta que antes de que existiera la ciencia moderna (e incluso miles de años antes de Platón o Aristóteles) la visión del mundo no pasaba por lo real y contrastable empíricamente, sino que por un conjunto de creencias que condicionaban el comportamiento humano, la importancia de las supersticiones en la vida cotidiana es fácil de adivinar.

De esta manera nuestra especie ha ido seleccionando las supersticiones más factibles de concreción de las menos probables y ajustando sus comportamientos en función de los peligros implícitos en ellas. Es fácil decir que uno no es supersticioso, pero con creencias de ese tipo tan inculcadas en nuestra naturaleza creo que es más factible serlo que no serlo.

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Supersticiones más corrientes

El Gato Negro : Los gatos eran animales salvajes que comenzaron su proceso de domesticación hacia el año 3000 a. C., debido a la abundancia de ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto. La religión del antiguo Egipto incluyó el gato entre sus símbolos sagrados. El gato estaba considerado como la reencarnación de los dioses en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles su voluntad. La misma belleza del animal hizo que la diosa Bastet, símbolo de belleza y fecundidad, fuese representada con cabeza de gato.

Los gatos llevaron una existencia placentera hasta que la Iglesia Católica, hacia mediados del siglo XIII, comenzó una terrible persecución contra ellos, considerándolos como símbolo del diablo y cuerpo metamórfico de las brujas. Eran repudiados y quemados. El gato aparecía ligado al paganismo de la Edad Media a través del culto de la diosa Greya, diosa del amor y de la curación según la mitología nórdica.

La Iglesia alentó de tal forma la persecución de los gatos que llegó a convertirse en espectáculo la quema de estos animales en las hogueras de la noche de San Juan. El aniquilamiento de los gatos fue de tal magnitud que cuando la peste negra azotó Europa en el siglo XIV, causando más de veinticinco millones de muertos, apenas sí quedaban ejemplares para luchar contra las ratas, principales propagadores de la enfermedad.

Tanto en Europa como en Norteamérica, principalmente, se tiene la convicción de que algún infortunio te acontecerá si uno de estos animales se cruza en tu camino.

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El espejo roto : El narcisismo ha llevado al hombre a pensar que si se rompe un espejo -considerado un elemento mágico de adivinación– puede ocasionarle siete años de maldición. Dañar el espejo es hacer lo mismo con el alma, y aquí es donde entra la superstición de que la rotura de un espejo trae mala suerte durante siete años. Este período se debe a la creencia romana de que el cuerpo experimenta un cambio en la constitución fisiológica cada siete años.

Las supersticiones relativas al espejo se cuentan entre las más citadas en todo el Occidente cristiano. La catoptromancia o el arte de adivinar por el espejo, procede de Persia y aunque tuvo un relativo éxito durante la antigua Grecia y la Edad Media, fue duramente perseguida por la Iglesia.

El poder de sal: Desde la más remota antigüedad, la sal ha sido tan valiosa que se utilizaba incluso como pago en el comercio. En pueblos europeos y en el mismísimo Imperio Romano, se pagaba con sal el trabajo diario debido a sus dificultas para extraerla. Desde la Grecia antigua, la sal ha tenido un gran poder simbólico: procede de la Madre Tierra, del mar; las lágrimas y la saliva son saladas y conserva, condimenta y enriquece los alimentos.

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Ciertos mitos sirios refieren que los hombres aprendieron de los dioses el uso de la sal; Gabija, una antigua diosa lituana, era señora del fuego sagrado y en su honor se esparcía sal en las llamas. Decíase que los demonios abominaban de la sal y todavía en leyendas relativamente recientes acerca del “sabbat de las brujas” se dice que, en el banquete que se ofrecía, todos los manjares eran sin sal. En la Biblia la sal es un medio simbólico de unión entre Dios y su pueblo.

Desde tiempos muy remotos, constituye un ingrediente indispensable para todo tipo de rituales. Los magos utilizaban sal para proteger sus herramientas, para deshacer maldiciones, para realizar una efectiva limpieza del espacio.En muchas culturas la sal se ha utilizado tradicionalmente en rituales destinados a despejar y purificar la energía negativa. Las campanas de las iglesias se ungían con sal y agua para bendecirlas y bautizarlas antes de implorar a Dios que dispersara los malos espíritus mediante el poder de su potente sonido.

Queda señalado en la Biblia, Levítico 2, 13: “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal”. El que derramaba la sal, animaba al demonio para destruir la vida.

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Pasar bajo una escalera: La superstición se explica con una referencia a las creencias cristianas. La escalera que se apoya en una pared o en un árbol forma un triángulo geométrico y sagrado que se identifica con la Santísima Trinidad. Atravesarlo es profanar lo sagrado y atraer al demonio . También se relaciona con el patíbulo: muerte y escalera siempre han estado unidas a la hora de colocar la soga o de retirar el cadáver.

En el antiguo Egipto, Osiris, el dios del Sol, estaba en guerra constante con Set, el amo de las tinieblas. Al fin, Set empujó a Osiris a la oscuridad de la tumba. Horus, el dios del Sol naciente con cabeza de halcón, le ayudó a salir de las tinieblas con dos poderosos hechizos: una escalera y el signo de la ‘V’ hecho con dos dedos.

Ciertas pinturas muestran al alma subiendo la escalera para salir de la tumba o para llegar a la cima de la luz eterna. Según la Biblia, Jacob soñó con una escalera que llegaba al cielo y en la cual había ángeles. De esta forma, la escalera se convirtió en una figura divina que se reforzó con la idea del Triángulo Sagrado, el cual era símbolo de la vida en los tiempos antiguos.

En algunos países, las escaleras se asocian con los criminales y con la muerte, pues los verdugos hacían las horcas apoyando una escalera en un árbol. Después de la ejecución, nadie se atrevía a pasar debajo de la escalera, por temor a encontrarse con el fantasma del ahorcado.

Las tijeras abiertas : En la antigua Grecia se creía que las tijeras cortaban el hilo de la vida, puesto que fue un instrumento a manos de una de las Moiras. Las Moiras son la personificación del Destino. Su función era regular la vida de cada mortal, desde su nacimiento hasta su muerte, con ayuda de un hilo que la primera hilaba, la segunda enrollaba, y la tercera cortaba cuando llegaba el final de esa existencia. En Roma, equivalen a las Parcas, con la variación de que una preside el nacimiento, otra el matrimonio y la otra la muerte. También conocidas como las Tres Hadas.

Así que de alguna forma los objetos cortantes dirigen el destino y son símbolo de muerte repentina. Se dice que esta herramienta debe permanecer cerrada cuando no se usa, por si cae al suelo y queda con las puntas abiertas en dirección hacia ti supondría la muerte.

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Tocar madera : Durante muchos siglo antes del cristianismo, lo pueblos célticos de Europa rendían culto a los árboles por considerarlos los templos de la santidad y la principal representación de los dioses en la Tierra. El árbol servía como medio para enviar el mal a la tierra. En la antigüedad estaban en el convencimiento de que las vetas de esa madera eran las moradas en las que se ocultaba el genio del Fuego y de la Vitalidad, divinidad a la que se invocaba para pedir el éxito.

El roble era considerado un árbol de culto y muchas eran las ofrendas y rituales que se hacían en torno a él. Al observar que el roble era alcanzado frecuentemente por el rayo, supusieron que era la morada algún Dios, por ello los druídas para encomendarse ante un evento dificultoso, recurrían al árbol celebrando una serie de ritos y salmos en las llamadas enramadas sagradas, lugares que equivaldrían a las modernas iglesias. Este material simboliza también la protección maternal y aleja el peligro.

Hay, además, quien dice que las supersticiones referentes a la madera también nacen del material con el que está hecha la cruz de Jesús. Resultado de estas creencias es nuestra costumbre de tocar madera como signo de la buena suerte, ya que ésta atrapa al espíritu maligno lo hace caer a tierra.

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Abrir el paraguas dentro de casa: Ningún supersticioso tendría jamás la osadía de abrir un paraguas dentro de una casa. El origen de este temor se remonta a la época en que los reyes orientales y africanos lo usaban sólo a modo de sombrilla para protegerse de los rayos solares. Debido a su conexión con el astro rey y porque también su forma simboliza el disco solar, abrirlo en un lugar sombreado, fuera de los dominios del Sol, era considerado un sacrilegio.

Es probable que la superstición se reforzara cuando los paraguas llegaron a Europa y empezaron a ser empleados casi exclusivamente por los sacerdotes en los oficios de los difuntos, sin otro fin que protegerse de las inclemencias del tiempo.

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El mal de ojo :Tradicionalmente se ha creído que al reflejarse en la pupila de un ojo, podíamos quedar atrapados por ella. Desde la antigua Roma hasta la Edad Media, aquellas personas que tenían cataratas u otro defecto visual, a menudo eran sacrificadas en la hoguera. Grecia, Turquía y Egipto tiene muy extendida la creencia de que existen personas con poderes maléficos en la mirada; incluso, aunque sea de forma inconsciente pueden hacer daño si clavan sus ojos en algo. Antiguamente se atribuía al mal de ojo enfermedades de origen desconocido. Lo echaban las brujas, los gitanos, los gafes y los bizcos y afectaba a los niños. Para protegerse hay que llevar ajos, oro y plata, ojos de cristal azul y herraduras.

Suerte y mala suerte son dos extremos a los que estamos sujetos cotidianamente. Las creencias populares han simbolizado diferentes objetos y actitudes para poner las cosas a nuestro favor o sufrir las consecuencias de la mala fortuna.


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