Hay veces en los que parece que en el Congreso las cosas no son muy normales, las caras, las actitudes y la sarta de sandeces que nos regalan Sus Señorías en demasiadas ocasiones hacen que nos lleguemos a plantear si es el aire acondicionado o el agua pero normal, lo que se dice normal no parece que sea encontrase a parlamentarios, serios representantes de nuestra democracia, dormitando en sus escaños, leyendo el periódico o entregados al CandyCrush. Algo pasa, de verdad que lo he comentado con mucha gente. De hecho el otro día lo charlaba en el café con Paco, el conspiranóico. Todos opinamos lo mismo, deberíamos desvelar el gran misterio que hace que en una sola legislatura entre un diputado nuevecito a estrenar, con aspiraciones y se transforme en un ser que deambula sin rumbo con la única función de calentar una silla, con la de cosas que hay pendientes de solucionar, o mejor dicho, de intentar solucionar porque es lo mínimo que podemos pedir a los que están ahí, puestos por nosotros. Por lo visto es demasiado pedir que intenten arreglar los problemas que padecemos día a día con iniciativas que no sean una trampa, como por ejemplo la de las ayudas al alquiler que acabarán como por arte de birlibirloque en una subida estratosférica de las mensualidades (más todavía) o que adecenten las pensiones para nuestros mayores que las tienen más que merecidas.
Lo dicho, un misterio que empezó a desvelarse el otro día cuando un amigo, muchos lo conocéis, @e13sirio (en twitter) me envió la noticia que puede ser una explicación a todo esto. ¿Vosotros habéis visto los precios de la cafetería del Congreso? Sólo os diré que a Manolo, el de “La Agricultura”, se le salían los ojos de la cara y repetía como un mantra que a él no le sale ni para pagar el agua con los precios que le enseñé. Por lo visto sus señorías son pobres, mucho, y no pueden permitirse con sus dietas una comida en el “Edelweis” y es por ello por lo que se han procurado, con un gasto de unos 2,3 milloncejos de nada, un servicio de cafetería donde los “cafeses” van a costar 0,88€ (Zapatero era un visionario cuando lo predijo hará casi 10 años) o las cañas 0,95 y claro, la carne es débil y si te encuentras con que puedes comer dándole al “morapio” ,más barato que el agua, acabando la fiesta con un GinTonic en copa de balón, de esos que parecen ensaladas, subvencionado y protegido con “cláusulas antihuelga” en plena casa de las leyes resulta difícil no quedarse traspuesto en una siesta o intentar hilar un discurso más o menos coherente y eso que, al parecer, se van a dejar de subvencionar los cubatas (menos mal). Visto así puede que algunas situaciones dantescas con las que nos hacen sentir vergüenza ajena se entiendan, ¿verdad?. Lo que no consigo comprender es como no viven allí al estilo monasterio de clausura, viendo que el desayuno completo valdrá 1,08€ y se puede comer por nada. Pues ni aún así muchos siguen siendo maestros del escapismo como Houdini y la cámara aparece vacía como el desierto de Gobi.
Por lo visto Sus Señorías se han entregado a los placeres de “Bon Vivant” sin preocuparse de que puede que si se aplicasen tanto en intentar paliar la pobreza de los que les han elegido como en llenar sus estómagos y copas aquí seguro que podríamos comer todos. Pero claro, resulta difícil trabajar con el estómago tan lleno, es comprensible, bajemos la voz, hablemos bajito porque Sus Señorías están echando una cabezadita, el codillo de hoy estaba un tanto grasiento y eso hay que regarlo con el Rioja Gran reserva que daban como vino de la casa. Hay que entenderlo, así no se puede trabajar, pobres.
El Congreso introduce una ‘cláusula antihuelgas’ en el contrato para el servicio de su cafetería