Revista Comunicación

La TDT o el negocio redondo

Publicado el 22 abril 2014 por Lorena White @lorenagwhite

Muchos de vosotros quizá no recordéis la tele analógica. No era una tele de tropomil canales. Tenía seis, siete, a lo sumo ocho, y se veía con sólo enganchar una tele de esas culonas de tubo catódico a la antena de tu casa. No era una tele con una gran oferta, pero era la misma tele que hacía ya muchos, muchísimos años, había revolucionado los hogares de nuestros abuelos y padres, que asistían a algo que sonaba casi futurista. La tele entró en todos los hogares, dio trabajo a muchos periodistas (y a bastantes personajes) y pasó sus épocas de luces y sombras, pero ahí estaba.

Llegó, sin embargo, otra idea que sonaba futurista. Cambiar el modelo analógico por el digital. Nos lo vendieron como una auténtica revolución. Hubo quien se creyó que ese adaptador de TDT que se vendía para poder ver la nueva tele, era lo mismo que conseguir el Digital + o algo por el estilo. Al final no fue más que una proliferación de canales con contenidos más o menos cuestionables, con la publicidad de siempre, de los cuales, sólo unos pocos merecían la pena. Cada cadena que había existido con al tele analógica, sacó sus propios canales, con sus diferentes programas o temáticas. De pronto tuvimos ante nosotros canales que sólo emitían programas de curiosidades o películas desde por la mañana (después de la teletienda) hasta por la noche. Parecía ser la panacea, pero no lo fue.

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Después de que la gente se gastara el dinero en renovar sus televisiones o en comprar los aparatejos, después de cambiar todo el modelo de televisión y que el negocio fuera boyante (por obligación ya que la televisión analógica, que estuvo un tiempo conviviendo con la TDT, terminó desapareciendo), todo el sistema de tele digital revolucionaria y para todos, dejó de ser rentable. Y no para las empresas dueñas de esos canales, sino para el sistema público, el de los Gobiernos, que potenciaron el cambio y ahora ven que tanto futurismo, en tiempos de crisis, no se sostiene por ningún lado.

Por eso anoche, mientras veías Velvet o Pesadilla en la cocina, pudiste ver un spot de Antena3 en el que el grupo Atresmedia daba las gracias a los seguidores de sus canales y anunciaba, para el próximo 6 de mayo, el cierre de Xplora, LaSexta3 y Nitro. Y no son los únicos, ya que hace unos días el Gobierno instó a las cadenas dueñas de los canales a cerrar 9 de los 24 existentes, entre los que están, además de los canales de Atresmedia, otros como LaSiete o Nueve, entre otros. Lo más triste es que los cierres no se llevan a cabo por criterios de calidad, sino por puros criterios de audiencia. Es decir, económicos.

Y a pesar de las protestas llevadas a cabo por usuarios, medios y empresas (desde Vertele se promovió un manifiesto en contra del cierre y en Change.org hay una iniciativa de recogida de firmas), el final de estas cadenas es inminente. Así, después de haberle sacado todo el jugo al negocio de la TDT, con venta de aparatitos, teles adaptables y adaptadas y toda innovación tecnológica que se ha promovido en torno a la tele digital desde sus inicios, al Gobierno no le interesa seguir manteniéndolas. El sistema, como el ladrillo, como las hipotecas, como las preferentes, es insostenible. Pero no os preocupéis porque algunos, seguro, ya habrán sacado tajada, su trozo de pastel en esta nueva burbuja.Os animo a que leais el manifiesto de Vertele que os he enlazado, y que, aunque no se pueda hacer nada, reflexionéis. Porque parece que la tónica en tiempos de crisis es cerrar medios de comunicación para ahorrar y al final, lo único que se consigue, es menos pluralidad y libertad para elegir.


 


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