Hace más o menos cinco años yo me encontraba en primero de Bachillerato dubitando sobre qué temática podía ser la más adecuada para mi "Treball de recerca". En un primer instante me decanté por desarrollar una investigación científica acerca de una extravagante observación que había hecho mientras reflexionaba en la cama por las noches: cuando pensamos, la lengua se mueve de forma casi imperceptible como si estuviéramos hablando en voz alta. Ello significa que cuando pensamos el cerebro envía impulsos a la lengua como si mantuviéramos una conversación normal. Fue lógico preguntarme pues qué ocurriría si se captaban dichos impulsos mediante electrodos: ¿Podríamos saber lo que está pasando por la cabeza de una persona? Así se lo expuse a mi profesor de biología, pensando que estaba haciendo el ridículo al explicarle aquellas singulares consideraciones. Debido a mi escasez de conocimientos sobre cómo llevar a cabo el experimento, la ausencia de un entorno propicio para que desarrollara mi idea y la falta de recursos, abandoné el potencial proyecto para dedicar mi trabajo a comparar la película "300" con la historia real de la Batalla de las Termópilas.Cuál fue mi sorpresa hará unos ocho meses cuando, buscando material interesante para compartir en este blog, topé con un documental titulado "El mundo del mañana: superhumanos del futuro", y descubrí que aquella idea estrambótica que incluso llegó a parecerme una estupidez llevaba años siendo desarrollada por el Centro de Investigación Ames (curiosa coincidencia) de la NASA, mucho antes que a mí se me encendiera la bombilla. Se trata de la tecnología de telepatía subvocal: consiste en hacer un electromiograma de los impulsos eléctricos de la lengua colocando un parche en la región submentoniana y analizar los patrones eléctricos para traducirlos a palabras. Cada vez que movemos la lengua para emitir un vocablo, se produce un patrón eléctrico característico, que nosotros podemos detectar. Bastaría entonces con crear un programa capaz de analizar tales patrones; a partir de ahí, podríamos traducirlos a palabras y simularlas con una voz artificial en el auricular de un receptor o enviar órdenes a una computadora o un robot para controlarlos remotamente mediante el pensamiento, entre otras cosas. Esto además permitiría superar la última barrera del espionaje y ofrecería la oportunidad a agencias como la NSA de penetrar en la mente de cualquier persona, otorgando a la élite el control total sobre la población. Teniendo en cuenta que se trata de una idea más bien sencilla y los años que se lleva trabajando en ella, aunque la detección de patrones eléctricos no debe ser perfecta, estoy convencido de que ya hay gente en este planeta, quizás aún a modo experimental y/o en el ámbito militar, utilizando la telepatía y la telequinesis.
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