Revista Comunicación
Soy un mal telespectador. Lo reconozco. Infiel a las cadenas y hasta a sus programas, no sigo las series de moda y eso, me doy cuenta, me arrincona en algunas conversaciones y tertulias. Y no es que no vea televisión, que si la veo, lo que pasa es que soy incapaz de estar mucho tiempo seguido delante de ella.
Me autoanalizo y me doy cuenta de que desde hace bastante tiempo me he quedado clavado en la TVE.
Justo cuando más canales tengo a mi disposición, cuanta más oferta de programas me invaden y más "ipluses", temáticos y grabaciones a la carta y en disco duro, me facilita mi tecnológica y digitalizada familia, más me aislo en la cocina con el mando fijo en la tele que pagamos entre todos los españoles.
Debemos ser unos cuantos que obramos así, dadas las cifras de audiencia que repaso de vez en cuando en vertele.com y que sitúan a TVE en la más seguida. Eso me reconforta. Quedarme en minoría aunque sea en la intimidad de mi cocina, me daría para preocuparme, pues me considero un tipo normal.
Por eso cuando oí a Maria Dolores de Cospedal en los desayunos de TVE hablar de la dirección política de los informativos de mi televisión de referencia, aludiendo a su poca objetividad y parcialidad, reflexioné sobre si quizás debería volver al salón familiar, dónde las series americanas bien hechas y la ficción más moderna, se ven en formato panorámico gigante y hasta en tres dimensiones: ¿Me estarán manipulando y sorbiendo el cerebro tendenciosamente estos directivos políticos de mi televisión preferida?. ¿Han sido capaces en los últimos años de arrinconarme en la cocina, desarraigarme del núcleo familiar, colocándome informaciones sesgadas que luego reproduzco y transmito en diferentes tertulias?. No quiero ni pensarlo.
Yo, que había escrito acerca del empeño de Zapatero en hacer una televisión independiente del gobierno y de los criterios políticos, con un presidente consensuado y unos periodistas que se sentían en la obligación de dar voz a la réplica en cada información oficial o gubernamental, yo, resulta que otra vez estaba equivocado.
Hace poco en un viaje de la cocina al salón le decía a mi mujer que Cospedal no paraba de aparecer en mi tele continuamente: "Es omnipresente. Tiene una capacidad de trabajo y de réplica que vale por diez". "¿En tu tele no aparece?". No, en la suya habían unas secretarias de los años sesenta, pechugonas y de vivos colores ... Eran las de MAD MEN o algo así.
Total que ahora estoy hecho un lío. Esta Cospedal va a ganar las elecciones , según dicen las encuestas que veo, entre otros sitios, en mi televisión española y, si las gana finalmente, seguro que va a poner al frente del aparato de mi cocina a unos periodistas que acaben con tanta manipulación y subjetividad como nos ha impuesto, sutilmente y sin enterarnos, Zapatero.
Ya no se si, entonces, me gustará mi televisión. Me he acostumbrado tanto a ésta que si me la cambian, con toda seguridad, le pediré a mi familia que me hagan un hueco en el sofá del salón y, por lo menos, tendré de qué conversar con la mayoría de mis amigos. Me pondré al día.
Me autoanalizo y me doy cuenta de que desde hace bastante tiempo me he quedado clavado en la TVE.
Justo cuando más canales tengo a mi disposición, cuanta más oferta de programas me invaden y más "ipluses", temáticos y grabaciones a la carta y en disco duro, me facilita mi tecnológica y digitalizada familia, más me aislo en la cocina con el mando fijo en la tele que pagamos entre todos los españoles.
Debemos ser unos cuantos que obramos así, dadas las cifras de audiencia que repaso de vez en cuando en vertele.com y que sitúan a TVE en la más seguida. Eso me reconforta. Quedarme en minoría aunque sea en la intimidad de mi cocina, me daría para preocuparme, pues me considero un tipo normal.
Por eso cuando oí a Maria Dolores de Cospedal en los desayunos de TVE hablar de la dirección política de los informativos de mi televisión de referencia, aludiendo a su poca objetividad y parcialidad, reflexioné sobre si quizás debería volver al salón familiar, dónde las series americanas bien hechas y la ficción más moderna, se ven en formato panorámico gigante y hasta en tres dimensiones: ¿Me estarán manipulando y sorbiendo el cerebro tendenciosamente estos directivos políticos de mi televisión preferida?. ¿Han sido capaces en los últimos años de arrinconarme en la cocina, desarraigarme del núcleo familiar, colocándome informaciones sesgadas que luego reproduzco y transmito en diferentes tertulias?. No quiero ni pensarlo.
Yo, que había escrito acerca del empeño de Zapatero en hacer una televisión independiente del gobierno y de los criterios políticos, con un presidente consensuado y unos periodistas que se sentían en la obligación de dar voz a la réplica en cada información oficial o gubernamental, yo, resulta que otra vez estaba equivocado.
Hace poco en un viaje de la cocina al salón le decía a mi mujer que Cospedal no paraba de aparecer en mi tele continuamente: "Es omnipresente. Tiene una capacidad de trabajo y de réplica que vale por diez". "¿En tu tele no aparece?". No, en la suya habían unas secretarias de los años sesenta, pechugonas y de vivos colores ... Eran las de MAD MEN o algo así.
Total que ahora estoy hecho un lío. Esta Cospedal va a ganar las elecciones , según dicen las encuestas que veo, entre otros sitios, en mi televisión española y, si las gana finalmente, seguro que va a poner al frente del aparato de mi cocina a unos periodistas que acaben con tanta manipulación y subjetividad como nos ha impuesto, sutilmente y sin enterarnos, Zapatero.
Ya no se si, entonces, me gustará mi televisión. Me he acostumbrado tanto a ésta que si me la cambian, con toda seguridad, le pediré a mi familia que me hagan un hueco en el sofá del salón y, por lo menos, tendré de qué conversar con la mayoría de mis amigos. Me pondré al día.