Puede que resulte sorprendente pensar que la Segunda Guerra Mundial pudo haberse convertido en la primera guerra televisada, aunque ese dudoso honor acabaría recayendo en la de Vietnam dos décadas después. La verdad es que no estuvo tan lejos de suceder. La población alemana fue la primera en ver en la pequeña pantalla los noticiarios, ofreciendo la guerra prácticamente en directo.
Vayamos a 1935, cuando se realizaron las primeras emisiones experimentales de televisión, aunque para la década de 1920 en Alemania ya hubo varias investigaciones al respecto y Manfred von Ardenne logró la primera transmisión de televisión totalmente electrónica con tubos de rayos catódicos en 1930. La tecnología germana había conseguido ponerse a la vanguardia creando los primeros televisores. Eran mucho más pequeños que los actuales, de forma más redondeada, estaban encajados en un mueble de madera de un metro y medio de altura y, en principio, no estaban destinados para el uso doméstico sino para su visionado público.
Para estas emisiones se utilizaron algunas oficinas de correos de Berlín en las que se habilitaban una sala que permanecía en penumbra para aumentar la reducida luminosidad de la pantalla. Junto a ella se sentaba un técnico que, en el caso de que se produjeran interferencias o se perdiese la emisión, sintonizaba de nuevo el televisor.

Finalizados los juegos, el interés por la televisión decayó, y en esto tenía algo que ver la escasez de recursos con los que contaban los responsables de este nuevo medio de comunicación. Por ejemplo solo disponían de un minúsculo estudio en el edificio de radio Berlín de unos dos metros cuadrados. El presentador debía aparecer en un primer plano con los rasgos acentuados por el maquillaje para aumentar el contraste. Al principio solo daba paso a reportajes o filmaciones.

A pesar de este nuevo impulso al incipiente medio de comunicación, la realidad fue que los jerarcas nazis no lo apoyaron suficientemente. Se rumoreaba que el motivo era que el Ministro de Propaganda Joseph Goebbels estaba descontento por la imagen que ofrecía de él la pequeña pantalla. Que no le hacía justicia y prefería la radio o el cine. Este escaso apoyo sirvió para que los dirigentes nazis no se inmiscuyeran demasiado en el funcionamiento de la televisión germana y permaneció bastante ajeno a la manipulación ideológica ejercida por el Ministerio de Propaganda. De todos modos, la programación solía incluir informaciones sobre el congreso anual del partido o entrevistas con dirigentes nazis de segunda fila, así como reportajes en los que se insistía en la pureza racial y el odio a los judíos.

El esfuerzo de guerra obligó a poner todos los medios a disposición de las necesidades bélicas. Por lo tanto, la factoría Telefunken se tuvo que dedicar sus cadenas de producción a fabricar aparatos electrónicos vitales para las fuerzas armadas. Aun así la televisión siguió emitiendo, hasta finales de 1944, los habituales programas de entretenimiento, pero evitando cualquier referencia a la guerra. Finalmente el interés de las autoridades disminuyó aún más y pronto se llegó a ver la televisión como un pasatiempo que consumía unos recursos que podían ser de más utilidad en la guerra.
Para saber más:
Proyecto Idis
Archivos de Historia
La Vanguardia
WW2 Freak
Mubi
World War Two Film Inspector
