Casi sin darme cuenta se está terminando el mes de agosto, y el temido comienzo de la guarde planea sobre nuestras cabezas.
En la guarde a la que irá David, durante los primeros días, en el periodo de adaptación, van entrando los peques de dos en dos y a David y a su amiguito Mateo les ha tocado entrar los últimos, el día 9 de Septiembre.
La verdad es que estoy bastante obsesionada con el tema, no lo estoy llevando demasiado bien. Y es que las cosas son más difíciles cuando no las terminas de ver claras...
Muchas mamás tienen que dejar a sus pequeños en la guardería porque tienen que empezar a trabajar. En ese caso, como no existe otra opción, la decisión está clara.
Otras, aunque no tienen que trabajar, los dejan porque tienen el convencimiento de que va a ser lo mejor para sus hijos, puesto que creen que es bueno que socialicen con otros niños, etc. En este caso, tampoco existen dudas al respecto.
Pero mi situación es diferente puesto que ni tengo que ir a trabajar, ni estoy convencida de que vaya a ser lo mejor para David...
Nosotros hemos tomado la decisión de llevarlo este año porque, como tenemos previsto empezar a buscar un hermanito en breve, queremos evitar que al año siguiente David tuviera que enfrentarse a dos cambios tan significativos: el comienzo del cole y la llegada de un hermano.
También valoramos la opción de esperar un año más antes de buscar otro bebé, y así retrasar la entrada de David en el cole hasta los tres años, pero como yo quiero criar al que venga como estoy haciendo con David, y dedicarle al menos dos o tres años en exclusiva, no sabemos si económicamente nos convendría alargar mucho más el tiempo que yo esté sin trabajar..
Lo que más me preocupa de todo es que David, a día de hoy, es un niño feliz, alegre y confiado. Y me da miedo que al dejarlo en la guardería, se sienta abandonado y deje de ser como es...
Muchas mamás, cuando me cuentan como fué para sus hijos el comienzo de la guardería, me dicen cosas como "los primeros días lloran, pero luego se acostumbran", o "solo llora mientras está su mamá, en cuanto se va para", etc...Pero ninguno de estos comentarios habla acerca de la felicidad del niño en la guarde, puesto que uno habla de conformidad y resignación (al final se acostumbran), y el otro de inteligencia y sentido común (una vez mamá se ha ido, el pequeño sabe que se va a quedar allí por narices,...que sentido tiene seguir llorando???)
Y es que estoy completamente convencida de que para un niño de dos años no existe un lugar en el mundo mejor que los brazos de su mamá. Pero dada la situación que os he contado, creo que esta es la mejor manera de hacer las cosas...
Veremos como lo encajamos. Todo sea que cambie de idea y me lo lleve corriendo a casa!!