Revista Política

La Tenada (dedicado a DiverxO)

Publicado el 23 abril 2016 por Alejandropumarino

La Tenada (dedicado a DiverxO)

La Callezuela es un pueblín de Asturias que tiene 89 habitantes y un bar en el número 16, cerca de la iglesia, que aspira a convertirse en leyenda. Algo así como La Meca patria del plato de cuchara. El Olimpo de los Dioses para los amantes de la cocina tradicional. En el cartel que debería anunciar el clásico menú se puede leer: “Hoy tenemos lo de todos los días”. Y “lo de todos los días” en La Tenada, el restaurante que regenta Isabel Alonso desde 1981, es el menú más descomunal que se puede encontrar a lo largo y ancho de la geografía española: seis platos fijos, tres postres, café y chupitos. Nada de “degustación”. Un todo en el que no ha lugar a la elección. Un festival del perolo al centro hecho sólo para valientes. A dolor. Hasta reventar. “Y un vinín de criancina muy rico”, apunta la cocinera. “Y pan”.

El precio es de 22.50 euros y entre los seis platos se cuenta el pote de berzas, el cordero, los callos o los huevos fritos con picadillo. El problema de este establecimiento es que no sirven raspa de boquerón, ni tampoco cobran 225 euros por comensal, si no exactamente la décima parte, y claro, que después de comer semejante menú, uno queda saciado, sin hambre, a diferencia de lo que suele suceder cuando uno abandona un restaurante con medio firmamento de estrellas Michelín.

Es buena la idea de calificar los establecimientos de hostelería según coma uno en ellos, y orientar así, al resto de posibles clientes; lo perverso de este sistema, es que se ha venido degradando con el paso del tiempo, valorando “explosión de sabores”, distancia entre las mesas, decoración, originalidad en las ofertas gastronómicas y una serie de parámetros que no están al alcance de los comunes mortales. Uno, que es torpe por naturaleza y basto en sus preferencias gastronómicas, gusta del bocadillo de panceta, ese que Leo Harlem en sus monólogos dice que es para comer sin conocimeinto; de la fabada asturiana, el cocido maragato, el pote gallego, la paella valenciana y se manifiesta explícitamente en contra de la raspa de boquerón, aunque se sirva sobre pil pil de calamar del Indico occidental.

La imagen que ilustra la entrada, a mayores, muestra dos botellas de sidra. Aquí, en la patria chica de tan excelsa bebida, se toma por cajas: Media docena de amigos pueden, sin apurarse en exceso, ventilarse una docena de botellas durante una amigable charla, a razón de seis “culetes” cada una, mientras pican un poco de Cabrales, media de lacón o una tortilla de patata. Tampoco comemos raspa de boquerón. Puxa Asturies.


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