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La belleza incluye la moda, un canon cambiante en el que la estética se convierte en color, en espejo de maneras y de ingenio creador.
Y la imaginación se traduce en realidad y la pauta a seguir se ajusta a la diversidad, a los sentimientos, a las emociones y a los momentos.
Chanel concebía el maquillaje como «naturalidad estudiada» y eso debe ser:
Tonos de base que aporten la sensación en su transparencia de que no se lleva nada sobre el rostro, basándose en la idea de que lo opaco envejece.
En cuanto a los ojos los colores que se llevan son los antracitas, los marrones, los burdeos, el verde esmeralda y el azul noche…
Y siempre dos tendencias, una para las rubias con rosas pálidos y beiges, y otras para las morenas con marrones y rosas fuertes.
También son protagonistas las cejas muy marcadas y la boca de labios rojos e imperativos.
Vuelven (si es que alguna vez se fueron) las pestañas postizas de manojitos y colocadas de una en una, y las largas y tupidas como abanicos, aleteando para enmarcar indiscretamente la mirada.
En cuanto al cabello, predominan las melenas largas y lisas y los postizos y los flequillos que también pueden serlo (postizos), y los cortos y rizados y los recogidos tirantes o ladeados.
Pero la tendencia por encima de todas, la tendencia es la libertad, el canon de la no existencia de cánones.
Así pues, que cada cual siga su estrella y como decía Dante, “No le faltara un glorioso refugio» y podríamos añadir .el de” aportar a lo que la naturaleza nos ha dado respecto a nuestro físico, el arte de potenciarlo. .
