Revista Opinión

La tentación del poder

Publicado el 17 abril 2010 por Lautarojc
Pocos hablan de la tentación del poder, de lo que supone combinar los deseos de un mundo mejor posible y verlo hecho realidad. No hablo de la tentación en la que sucumbe la mayoría, que es la de la efectividad, o la eficacia, que es la de un poder basado en la sumisión de otros en favor de un bien para uno mismo o sus amigos. Hablo de la tentación del poder para intentar cambiar las cosas, el poder que te acerca al ideal que persigues; ese del bien común.
No dudo que en 1789 hubiera muchos tentados de ambos tipos; aquellos que veían la oportunidad de una vuelta de la tortilla donde las cosas cambiaran para que nada cambiara; y aquellos otros que desearan fervientemente hacer realidad el lema LEF (Libertad, Igualdad y Fraternidad) en el mundo. Y seguro que entre los Jacobinos había más de estos últimos que de los primeros, pues cuando se sucumbe a la tentación, es mucha la pasión desatada por conseguir el bien común. Es tanta que se puede ir directamente con el lema con tal de conseguirlo.
La rusa también debió de tener ambas formas, como la española, la cubana, la chilena, la nicaragüense... Oportunistas y bien intencionados tentados por la peor forma del mal; el disfrazado de bien.
Y todo esto, ¿a qué viene? Pues a que tengo que agradecer a determinadas personas, que en cualquier caso me siguen pareciendo detestables, el hecho de haberme descubierto tentado, quizás por su propia tentación, pero lo más importante es que me han permitido descubrir que esa tentación siempre "vive arriba", siempre se encuentra a un paso, a la vuelta de una esquina o del rellano de la escalera, en cualquiera de esas situaciones donde nuestra "buena voluntad" siempre encuentra justificación para acomodarse al ejercicio del poder. Ahora la perspectiva me permite darme cuenta con cuanta frecuencia me he visto en esa tesitura.
Un anarquista convencido de que la responsabilidad y la libertad van unidas, que la revolución será personal o no será, que el poder corrompe, debería tener siempre presente que la asunción de puestos de poder en una situación de desigualdad en la toma de responsabilidades conlleva necesariamente la tentación de la eficacia, la tentación de la asunción de responsabilidades sobrevenidas. La comodidad es la baza fundamental de los que se subordinan con facilidad ante los que se responsabilizan con su equivalente opuesta. Y esa comodidad permite que seamos "buenos líderes", tentados por las bondades del ejercicio del poder.
Nunca obtendremos el objetivo deseado por ese camino. El objetivo comunitario de mi visión del anarquismo, la comunidad de personas que se responsabilizan unas de otras y todas por el que sufre ("La religión verdadera y perfecta ante Dios, nuestro Padre, consiste en esto: ayudar a los huérfanos y a las viudas en sus necesidades y no contaminarse con la corrupción de este mundo." Carta a Santiago 1, 27), no es nada sin la revolución interior, sin la metanoia. Una transformación  interior que nos permite ser sensibles a esa tentación del poder.
Sólo cuando uno ha caído en el error puede descubrirlo y corregir el rumbo. Primero distancia, aplacar la soberbia del que cree tener la fórmula mágica, y desde entonces reconocer el peligro lo antes posible. La eficacia es como la seguridad, un sentimiento burgués y moderno, que nos ciega ante el peligro de la asunción de responsabilidades que excede al bien comunitario. Por ello la democracia representativa es un fraude, es el mito de la eficacia puesto en marcha por mentes jacobinas. Cada uno lleva su tentación a cuestas.

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