En otro de esos descubrimientos sobre el cuaderno de Nat habló sobre la fiebre de los smartphone:
Hubo un día, entre muchos otros, que iba paseando por el centro de Madrid cuando, en un tramo de apenas un par de portales, choque por medio cuerpo con un par de viandantes absorbidos por su teléfono.
Se trata de esa especie de seres poco sociables que caminan solos por el mundo enfrascados en una conversación con la presencia virtual de quienes consideran que son sus amigos. Sin embargo, la persona que tiene casi encima, una persona real en el plano físico, no existe en realidad. Lo que no saben es que existe una especie cuya ley de vida es: no me aparto. Es inevitable que ambas especies choquen. Las consecuencias varían según los individuos.
Otra de las acciones típicas de la primera especie es ocupar un mayor espacio del que vitalmente se les ha asignado en el común contrato del uso del transporte público. Lo explico: a mi lado se sienta un chico con su smartphone, coloca los brazos en sus costados, adoptando una posición amplia si de volumen corporal hablamos. Y así en esta postura se embotella en el teléfono mientras tu espacio común se ve lo suficientemente reducido para que no puedas ni sacar un clinex del bolsillo del abrigo. Eso sí, ni se da cuenta.
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Autor:
EstherTê