La Teoría Queer es un mito para muchos, sin embargo, hay personajes que se especializan en este tema como Judith Butler, que es una filósofa estructuralista que trata la teoría queer y las estructuras sociales de género; o Camila Esguerra, que es una profesora, socióloga tanto de los Andes como de la Pontífice Javeriana, especializada en el tema y que ha dictado diferentes conferencias sobre sexo y género.
Para empezar, se debe tener claro que la ley y el gobierno rechazan el libre albedrío al escoger un género propio, pues etiquetan a la sociedad solo por un «objeto de género» como lo es la genitalidad, imponiendo una construcción social heteronormativa, entre quién es hombre y quién es mujer. Por tanto así, un niño en la etapa donde construye las bases de su entendimiento sobre sí mismo y lo que le rodea, es expuesto a alteraciones de la percepción, donde le imponen pensamientos ajenos de su autonomía.
Cuando la estructura social está determinada por el binarismo, hay violencia a la diversidad y por eso, la importancia de la visualización para permitir la solidaridad, con sujetos que se sienten identificados de la misma manera.
Laura Franco, estudiante de Diseño Gráfico de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y tatuadora, es una activista de la Teoría Queer. Ella, como muchos otros, no se cataloga como parte de la comunidad LGBTI, pues considera que son clasificaciones para etiquetar a las personas de alguna manera. Ha generado un concepto y constructo propio después de haber pasado por la consideración de ser transgénero y llevar a cabo la reasignación de sexo.
Conoció a Camila Esguerra entre el 2012 y 2013 en una de sus conferencias sobre sexo y diversidad, llegó allí porque una amiga de su madre, al saber que su hija era lo que se catalogaría como «lesbiana de paso a transgénero», quien es socióloga y en ese momento se ofreció a darle el acompañamiento para que conociera el amplio concepto de la Teoría Queer.
Para empezar, la Teoría Queer es un estudio académico en sí; de todos los constructos sociales que hay alrededor de la comunidad y las etiquetas, que nació en los 80’s. En inicio, las personas así eran «raras o weird», lo que es lo contrario a «Straight» que es lo correcto, lo derecho, lo que está bien, lo heteronormativo y con el paso del tiempo se convirtió en una forma de insultar a los miembros de la comunidad; así mismo, la Teoría Queer empezó a evolucionar en un movimiento activista que va en contra de las etiquetas.
Franco, habla del conocimiento global de que la sociedad, la política, la ley, la religión; catalogan a todo en un sexo que es el biológico de cada ser humano. «Un niño nace y solamente con su genitalidad ya pueden definir si es hombre o mujer, cuando no están contando con la identidad que puede tener este individuo a lo largo de su vida». Desde siempre, los niños están expuestos a publicidad y a constructos sociales en los que no cuenta la autonomía de cada uno para identificarse a sí mismo como lo que realmente se considera.
«Si nace niña, pero se siente niño no va a ser correcto y va a tener una cantidad de prejuicios culturales que le han estado diciendo qué es ser niña y qué es ser niño». Los hombres deben ser masculinos, varoniles, rudos y duros. Las niñas deben ser femeninas, vulnerables y delicadas. Todo se resume en un constructo social que define a cada quién por lo que tiene entre las piernas.
La Teoría Queer establece que no existe una forma correcta de ser mujer, así como no la hay para ser hombre. «Una mujer puede ser masculina y eso no la hace hombre, no la hace «machorra», no la hace menos mujer. Y lo mismo en un hombre, si un hombre es delicado, si un hombre es un creativo femenino, le gusta la música, es romántico o es sensible, no le quita para nada lo hombre, no lo hace gay, no define para nada su orientación independiente de lo que sea». Las personas pueden nacer de un género y perfectamente sentirse del otro o como Franco, identificarse con ambos.
Según psicólogos, los transexuales suelen partir de ahí por razones externas, por ejemplo en sus hogares; a algunos individuos les afecta más que a otros. En el caso de Laura Franco, creció entre mujer abandonadas, viudas o simplemente que salieron adelante solas. Su deseo inicial fue ser el hombre correcto, el que toda mujer quisiera, el esposo ideal, uno mejor que todos los que estuvieron en las vidas de su familia. A partir de ello, empezó a sentirse inconforme con su busto, con sus caderas, con su altura y a pensar en que debía ser un hombre.
Después llegó Camila Esguerra y le enseñó la insignificancia de encasillarse en una etiqueta que no la dejaría ser libre. Aprendió, con la Teoría Queer, que no es necesario ser dura y ruda para no sufrir acoso, violencia de género o para no ser catalogada como débil. Hizo una estructura propia, como lo sostiene la teoría, que todo ser humano debería tener; en la que puede sentirse identificada con ambos géneros, algunos días más con uno que con el otro.
Se entiende que las etiquetas nacen de una necesidad de visualización en la que puede resaltarse que hay personas así. Sin embargo, no deberían existir dichas etiquetas, pues todos estamos en constante evolución, en donde cambia nuestra percepción y nuestra filosofía de vida.
Dentro de la sociedad no deberían haber días de orgullo gay, o personas marchando por sus derechos… Los heterosexuales no son violentados por serlo y así mismo, los homosexuales no deberían serlo tampoco; pero así es, porque nos etiquetamos todos para identificarnos como parte de un «algo». Es hora de que todos luchemos por una solidaridad de identidad, más no por una etiqueta social.
Escrito por: Cam
Estudiante de Comunicación Social y Periodismo
Noviembre, 2017