Amazon, con amor te lo digo, o renuevas Mozart in the Jungle o la tenemos. Y me declaro en huelga de comprarte cosas. Tal cual. Que estoy muy loca.
Que también estoy muy in love con el maestro Rodrigo de Souza ya lo sabéis porque el año pasado bien que lo grité y pregoné. Pero por si acaso: maestro, ailoviu. No se puede ser más guapo ni más loco ni más amoroso.
La tercera temporada transcurre en parte en Venecia, al igual que la segunda recorrió México. Enseñándonos otro trocito del mundo de la música clásica y dejando momentos hilarantes entre góndolas y divas de ópera con el aspecto de Mónica Bellucci. Casi nada.
Pero la acción regresa a Nueva York y vemos a Hai Lai evolucionar, crecer y al maestro hacer lo que puede para solucionar los problemas que acechan a su familia, la orquesta. Los sobrinísimos Coppola no pierden oportunidad para colarnos, además, su detallito hipster con un capítulo falso-documental que no pega mucho con el resto de la serie, pero que es instructivo. Que es de lo mejorcito que tiene esta serie, que, aparte de arrancar carcajadas y abrigarte el corazón con cada sonrisa de Gael García Bernal, enseña de música clásica. Que iba yo a tener el concierto de violín de Sibelius en Spotify si no fuera por Anna María, por ejemplo.
En fin, Amazon. No me hagas esto y renuévame al maestro. Y si ya te lo llevas a Viena para que dirija a la Filarmónica como ayer hizo Dudamel (su alter ego) nos harías a muchos MUY felices.