Hay algo hermoso en su batalla contra la espuma que lo bate, los guijarros que lo golpean, la pendiente que desafía su salto. Aparece vigoroso a dos palmos del agua y deja que lo vean, luego se hunde y sigue nadando. Hasta que un gancho se introduce en su boca, y tira y desgarra, y lo aparta de su destino. Hoy he pensado en ese salmón capturado y expuesto en una vitrina, antes de ser despedazado y engullido. Muchos llegan, muchos otros fracasan. Como todos ellos, trato de permanecer alejado del anzuelo. Miro hacia adelante y aleteo. Algo me espera allí arriba, donde nace el río.
2017, cuarenta y seis años, la mayoría de abjuraciones en vez de trabajo, porque la ruta de este río se me ha hecho demasiado ardua. Pero luego pasan los años, cambian las estaciones, y siempre vuelvo, movido por un impulso terco bastante parecido al destino.