Revista Cultura y Ocio

La tesis de nancy – ramón j. sender

Publicado el 25 junio 2021 por Pilar Querencia @EremitaLa

Hace mucho tiempo que tenía ganas de recomendaros encarecidamente este libro si no lo conocíais ya de vuestra época escolar, pues creo recordar que era de obligada lectura. Si os lo perdisteis, estáis a tiempo de remediarlo. Y si no, creedme cuando os digo que vale la pena releerlo y volver a soltar unas risas con las aventuras y desventuras de una inocente americana en Sevilla, y cómo se las cuenta a su prima Betsy mediante las diez cartas que le remite a los Estados Unidos.

LA TESIS DE NANCY – RAMÓN J. SENDERRamón J. Sender

Me vais a permitir hablaros someramente de este autor de la Generación del 36, a la que pertenecen mis admirados Miguel Hernández, Cela, Buero Vallejo, Celaya, Delibes, Laforet… Y tantos otros ilustres que no me da la entrada.

Nacido en Chalamera (Huesca). Tomó parte en las guerras de Marruecos en las décadas de 1910 y 1920. A su regreso se instaló en Madrid y trabajó como periodista en El Sol hasta 1929, fecha en la que empezó a escribir para periódicos más radicales. Participó en actividades anarquistas, que terminaron decepcionándole, por lo que se hizo comunista, aunque más tarde, durante la Guerra Civil española, renegó también de esta ideología y en 1938 se exilió a Francia y posteriormente a México y Estados Unidos. Su obra, de carácter realista, analiza con crudeza la realidad social desde una óptica revolucionaria. Es autor de Imán (1930), una novela sobre la guerra de Marruecos; Mr. Witt en el cantón (1935), con la que obtuvo el Premio Nacional de Literatura; Crónica del alba (1942), de carácter autobiográfico; Requiem por un campesino español (1960; primera edición de 1953 con el título de Mosén Millán); El bandido adolescente (1965), sobre el pistolero norteamericano Billy el Niño; y La aventura equinocial de Lope de Aguirre (1968), entre otras muchas. Falleció en 1982 en San Diego. Podéis encontrar más detalle de su biografía en su web (ramonjsender.com)

Nancy viaja a Sevilla a fin de investigar el folklore y las costumbres españolas para su tesis doctoral. Experimenta todos los tópicos andaluces que a la velada crítico-humorística pluma de Don Ramón J. Sender se le antojan, vistos desde la perspectiva de una inocente y literal jovencita rubia americana, como un novio gitano, aventura con un señorito andaluz trasnochado en un cortijo, querer subir a caballo a La Giralda… Lo que podáis imaginar como estereotipo andaluz para un extranjero.

Los malos entendidos por una traducción e interpretación de los dichos populares por parte de Nancy, y la forma de narrárselo a Betsy en su epistolario son francamente hilarantes. Os dejo unas muestras como aperitivo, pues son la mejor presentación de la obra:

¿Qué decirte de la gente española? En general, encuentro a las mujeres bonitas e inteligentes, aunque un poco…, no sé cómo decirte. Yo diría afeminadas. Los hombres, en cambio, están muy bien, pero a veces hablan solos por la calle cuando ven a una mujer joven. Ayer pasó uno a mi lado y dijo:

—Canela.

Yo me volví a mirar, y él añadió:

—Canelita en rama.

Creo que se refería al color de mi pelo.

En Alcalá de Guadaíra hay cafés, iglesias, tiendas de flores, como en una aldea grande americana, aunque con más personalidad, por la herencia árabe. Al pie de mi hotel hay un café con mesas en la acera que se llama La Mezquita. En cuanto me siento se acercan unos vendedores muy raros —algunos ciegos—, con tiras de papel numeradas. Dicen que es lotería. Me ofrecen un trozo de papel por diez pesetas y me dicen que si sale un número que está allí impreso, me darán diez mil. Yo le pregunté al primer vendedor que se me acercó si es que tenía él tanto dinero, y entonces aquel hombre tan mal vestido se rio y me dijo: «Yo, no. El dinero lo da el Gobierno». Entonces resulta que todos esos hombres (y hay millares en Sevilla) son empleados del Gobierno. Pero parecen muy pobres.

Me suceden cosas raras con demasiada frecuencia. Y no se puede decir que los hombres sean descorteses, no. Al contrario, se preocupan del color de mi pelo y hasta de mi salud. En la puerta del café hay siempre gente joven, y cuando vuelvo a casa veo que alguno me mira y dice: «Está buena». Yo no puedo menos de agradecerles con una sonrisa su preocupación por mi salud. Son muy amables, pero no los entiendo. A veces se ruborizan sin motivo. O se ponen pálidos. Sobre todo cuando les pregunto cosas de gramática.

De veras, a veces no entiendo las reacciones de la gente. Verás lo que me pasó en el examen de literatura clásica. Estaba sentada frente a tres profesores ya maduros, con su toga y un gorro hexagonal negro —el gorro no en la cabeza, sino en la mesa—. Y uno de ellos se puso a hacerme preguntas sobre el teatro del siglo XVII. Tú sabes que en eso estoy fuerte. Bueno, voy a decirte exactamente lo que preguntó y lo que contesté, y tú me dirás si hay algo que justifique los hechos. El profesor me dijo:

—¿Puede usted señalar algún tipo característico del teatro de capa y espada?

—El gracioso —dije.

—Bien. Otro.

—La dueña.

—Otro, señorita.

—El cornudo.

Y los tres profesores, que eran calvos, se pusieron terriblemente rojos, hasta la calva, hasta las orejas. Yo miré disimuladamente a ver si mi vestido estaba en desorden, y luego a mi alrededor por si había sucedido algo inesperado; pero todo era normal.

En fin, me aceptaron el plan de estudios que había hecho cuando decidí venir aquí. Con objeto de celebrarlo fuimos varias muchachas a Alcalá de Guadaíra y las invité a merendar en el café de La Mezquita. Había una tertulia de toreros, seguramente gente de poca importancia, aunque son muy jóvenes y tal vez no les han dado todavía su oportunidad. Hablaban a gritos y yo apunté bastantes palabras que ignoraba. Por cierto que uno de ellos dijo que no torearía si no le ponían diez mil beatas delante. Beatas son mujeres piadosas que van a misa cada día. Entonces yo pensé que aquel joven deseaba atraer a la plaza a la población femenina de buenas costumbres. Eso debe dar reputación a un torero. Pero más tarde me dijo Mrs. Dawson que al hablar de beatas tal vez se referían a una moneda antigua que es la que usan los gitanos para sus negocios.

No digo que sea lo uno o lo otro. Solo digo lo que escuché.

La Tesis de Nancy. Ramón J. Sender

Por fin salió el toro. Había en el ruedo más de quince personas, todas contra un toro indefenso. Y el animal no atacaba nunca a las personas-era demasiado humanitario y bondadoso-, sino solamente a las telas que tenía delante. Con toros que no atacan más que a la tela, cualquiera podría ser torero ¿verdad? Pero yo no lo sería a ningún precio, aunque se dice que hay mujeres toreras. Los americanos que estaban conmigo reaccionaron igual que yo. Tal vez porque en nuestro país todo el mundo toma leche y amamos a las apacibles vacas y sus maridos. Aquí sólo toman leche los bebes. Bueno tengo motivos para pensar que a Mrs. Dawson le gustan los toros. No me extraña porque es escocesa y cruel.

La Tesis de Nancy. Ramón J. Sender

En fin, ya veis que pasaréis buenos ratos. Hay tantos fragmentos que te hacen soltar la carcajada que no sabía cuál escoger. Eso sí. no dejéis de percibir la crítica soterrada y no tan soterrada a los “mitos españoles” de la época, y una vez “bien reídos”, mirad más allá de la hilaridad que provoca Nancy y poneos en su piel… y veréis como no da tanta risa (o si, que es bueno reírse de uno mismo y dejar de “españolear”, “alemanear”, “inglesear”, “australianear” o lo que sea… sin sentido del humor).

Os dejo el enlace a la edición que leí pues me resultó cómoda, aunque hay bastantes. Solo buscad

LA TESIS DE NANCY – RAMÓN J. SENDER
  • Editorial ‏ : ‎ Magisterio Español; Quinta edición (17 marzo 1989)
  • Idioma ‏ : ‎ Español
  • Tapa blanda ‏ : ‎ 321 páginas
  • ISBN-10 ‏ : ‎ 8426571344
  • ISBN-13 ‏ : ‎ 978-8426571342
  • Link de amazon : https://amzn.to/3xNWEo2

Volver a la Portada de Logo Paperblog