✔ “Las matemáticas pueden ser definidas como aquel tema del cual no sabemos nunca lo que decimos ni si lo que decimos es verdadero” (cap. 14)
✔ “Sabemos muy poco y sin embargo es asombroso lo mucho que sabemos. Y más asombroso es que un conocimiento tan pequeño pueda dar tanto poder” (cap. 16)
Sinopsis (Ofrecida por la propia editorial Reino de Cordelia)
El futuro. Después de haber superado una guerra civil, España se ha convertido en 2072 en una potencia científica mundial. Un ejemplo de esa pujanza es Deux ex machina, proyecto que pretende comunicar un mensaje en tiempo real con cualquier parte del Universo, y que se halla en manos de una joven científica, Hipatia. Los enigmáticos resultados del experimento apuntan hacia algo que su creadora no es capaz de concebir, incertidumbre que se agrava aún más al encontrarse en mitad de una relación sentimental que provoca que todo su mundo se tambalee y de una conspiración con demasiadas sombras. Una novela que, con hechuras de thriller, recupera lo mejor del pulp de ciencia ficción, con ecos de Arthur C. Clarke o Philip K. Dick, en la que la ciencia y la metafísica parecen tener más en común de lo que podríamos creer. Al margen de las supersticiones religiosas, ¿tiene cabida dios en un Universo dominado por las leyes racionales de la ciencia?
Mi comentarioLa novela es una narración lineal cuya acción transcurre en un utópico Madrid del año 2072. Digo utópico y no distópico pese a la sociedad controladísima que presenta porque en una pirueta geopolítica de lo más novedosa la trama se desarrolla en España, país hegemónico en el mundo en Ciencia y Tecnología sobre todo, a donde llegan por riadas inmigrantes procedentes de Germania, zona europea donde el integrismo cristiano ortodoxo ha prendido llevando a la miseria al antes potente país.
Es evidente que Pablo Sebastiá con esta inversión de papeles está realizando un planteamiento irónico al presentar una realidad de nuestro país que, desde nuestros presupuestos actuales, cabría considerar como imposible. Sin embargo es grato vernos en esa posición de nación dirigente en el terreno tecnológico y científico, en especial físico y matemático. Desde luego sentido del humor no le falta al novelista castellonense; quizás por eso podría considerarse que estamos ante un relato utópico-humorístico.
La historia la protagoniza una matemática treintañera de nombre Hipatia de la Cierva que dirige el proyecto Deus ex Machina en el Centro Tecnológico de Plaza de Castilla. Nada más ver que la matemática se llama Hipatia se nos dibuja una sonrisa en la cara. Pero la sonrisa no se apaga fácilmente pues el compañero informático con el que trabaja más estrechamente tiene por nombre Nabokov, y el novio germano que se echa se llama, como no podía ser de otro modo, Adolf. Los nombres del resto de personajes no tienen correspondencia con figuras de la historia. El propio escritor en la 'Nota del autor' que incluye al final de la novela nos hace caer en la cuenta, en los agradecimientos personales que realiza, de que algunos nombres de ciertos personajes los ha tomado del núcleo personal de amigos y familiares que le han arropado durante la escritura de la novela. Así sucede con Miguel Ángel Bisbal, el director-presidente de la empresa puntera donde Hipatia trabaja, o con ese director de apellido Rambla -Martín Mateo Rambla-, el director del proyecto que entrevistó a Hipatia y al que ésta desbancaría. Son sin lugar a dudas manifestaciones del gran sentido del humor que Sebastiá Tirado demuestra en esta novela
"Las aportaciones de mi hermano Antonio, de Joaquín Guillén, Patricia Artero, mis sobrinos Antonio y Julián, Saúl Viciano, Juan Rambla, Germán Díaz, Carlos Pérez, Miguel Ángel Bisbal, Germán Adsuara, Suso Postigo, Pedro Mileo y José Barreda fueron de gran ayuda, Esta novela también es suya."Pero vayamos al meollo de la obra. Y el meollo es... ¡Ah, ja, ja...! ¿Cuál es el meollo? Pues nada más y nada menos que una curiosa, irónica, arriesgada y bastante bien resuelta especulación sobre quién o qué está en el origen de todo. Es ahí donde encontramos sentido al título. Resulta que Bertrand Russell, filósofo, matemático, lógico y escritor británico ganador del Premio Nobel de Literatura en 1950, hablaba sobre las creencias inexplicables utilizando el símil de una tetera situada entre la Tierra y Marte que giraba en torno al sol. Tal afirmación realizada por un contemporáneo, por muy pequeña que fuese la tetera y por ello imposible de observar con el mejor telescopio, sería objeto de burla o falta de consideración al tenerla por mera superchería; pero si se hablase sobre la misma en libros antiguos y todos los domingos en asambleas públicas fuese objeto de adoración e incluso a los niños se inoculase en la escuela la creencia en dicha tetera, quien dudase de su existencia sería tenido por excéntrico, llevado al psiquiatra o quemado en la hoguera de haber vivido en siglos pasados. Claramente a lo que Russell se refiere con esta analogía es a la existencia de Dios. Pues ahí está el meollo de esta novela, la muy irónica demostración científica de la existencia del hacedor supremo, del anterior a todo, del Uno, del Único, de... Dios. Pero no lo olvidemos estamos situados en un futuro utópico donde todo cabe porque nada de eso ha sucedido aún.
El novelista sitúa su historia en un mañana imposible. Situados en esta fantasía (España, cabeza tecnológica y científica del mundo; Alemania, reducto de irracionalidad) todo cabe en ella, incluso la comprobación científica de la existencia del Supremo. Para ello la científica Hipatia al frente del proyecto Deus ex Machina estudia la posibilidad de comunicación instantánea con receptores situados en distantes lugares (la Luna, Plutón, Marte, la Antártida...). El proyecto es ambicioso pero difícil de lograr su instantaneidad habida cuenta de que resulta imposible mediante la transmisión lineal superar la velocidad de la luz, lo que redunda en dilaciones entre la emisión y la recepción. Hipatia en un momento de máxima lucidez lanza la idea de sustituir esa transmisión en línea por la emisión en forma de onda. Este procedimiento tiene éxito y los cuatro centros receptores responden de manera instantánea al centro de Collado Villalba (Madrid) de donde salió la señal codificada. Pero no, no son cuatro las respuestas, hay una quinta señal que da mucho que pensar a Nabokov y a Hipatia, quienes contraviniendo las estrictas normas de funcionamiento de la empresa tecnológica proseguirán las comprobaciones por su cuenta y riesgo con el resultado de que... No, no cabe decir nada más, pues se rompería el hechizo de la lectura, el punto de suspense que ha sostenido mi atención provocando que devorase la novela en dos jornadas. Sin lugar a dudas la captación del interés que el novelista logra de los lectores es sin duda alguna uno de sus méritos como ya pude comprobar en la lectura de "Reikiavic" [para leer la reseña de esta novela haz clic en su título].
Me ha gustado esta novela por su humor, por ese homenaje que realiza a la enorme figura de Bertrand Russell, el filósofo, literato, matemático y pensador distinguido con el Nobel de Literatura en 1950 según la Academia Sueca por la defensa de los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento que defendía en sus escritos. Un autor que siempre me ha atraído por su manera de escribir comunicando contenidos profundos de manera fácil y agradable para el lector como hace ya tiempo constaté con la lectura de su ensayo "La conquista de la felicidad" que aunque escrito en 1930 es de una absoluta actualidad o de su agradable "Historia de la Filosofía" que con frecuencia acudo a consultar. Pero también me ha agradado muchísimo este libro de Pablo Sebastiá por introducir como materia novelesca postulados y planteamientos físico-matemáticos que rara vez hallan cabida en las novelas.
La paradoja del gato de Schrödinger, la teoría de la navaja de Ockham, la paradoja de Fermi, la ecuación de Drake, la teoría de la relatividad, los poliedros de Euker, la ecuación de Onda de D'Alembert, la ya nombrada analogía de la tetera de Russell, así como también las conjeturas de Hidge, la de Birch y Swinnerton-Dyer e hipótesis aún no resueltas... forman parte de esta novela sirviendo de base a la racionalidad científica, a la experimentalidad, que los científicos de ese Centro de Alta Tecnología practican.
"El físico Enrico Fermi planteó a mediados del siglo X la paradoja de que, si en efecto hay una alta probabilidad de que existan otras civilizaciones inteligentes en el Universo observable, al mismo tiempo se constata una evidente ausencia de otras civilizaciones. Unos años más tarde, el astrofísico Frank Drake desarrolló la ecuación que lleva su nombre y que estima la posibilidad de que haya un número concreto de civilizaciones inteligentes en la Vía Láctea" (p. 138)Frente a esta racionalidad basada en el método científico a base de comprobaciones acierto-error, surge el mundo rígido, sin sentido, de la creencia dogmática, de la fe religiosa, que en el mundo desarrollado de 2072 está seriamente perseguido adscribiendo a sus seguidores a facciones terroristas de carácter integrista si bien en este caso sea un integrismo cristiano ortodoxo habida cuenta de que el antiguo terrorismo integrista islámico desapareció décadas atrás debido a una pandemia vírica que los exterminó plenamente (de nuevo aquí un guiño humorístico a nuestra actualidad con esta referencia indirecta a ciertas teorías conspiranoicas que "explican" la COVID19)
Por muy en el futuro que el escritor sitúa la acción, las alusiones a nuestra contemporaneidad son múltiples como demuestra la anterior. Pero hay muchas más referidas a la realidad española. Se habla de una guerra civil entre españoles: la Guerra de Independencia de Cataluña, acaecida en el 2030. No se aclara debidamente la deriva de la misma aunque por alusiones a la caída de Barcelona y monumentos en Madrid erigidos al militar que logró reducirla se puede colegir que la secesión no tuvo éxito. Otras referencias al mundo que habitamos hoy están teñidas de sano humor. Así bajo las siglas FEVE no está el Ferrocarril de Vía Estrecha que todos sabemos alberga hoy sino las Fuerzas Especiales del Ejército Vasco que tanto contribuyeron a la conquista de Barcelona por las fuerzas unionistas.
En el estricto ámbito de la política actual se alude a unas estrictas leyes de la Conciliación que paradójicamente hacen de los trabajadores unos auténticos vagos al prohibir el trabajo fuera del horario laboral:
"los sindicalistas y técnicos ministeriales que idearon la ley de conciliación, piensa, eran unos psicópatas, además de unos vagos. Ahora tiene el fin de semana por delante y le asustan tantas horas sin poder acceder a los desarrollos de su equipo. Ni siquiera está permitido trabajar en casa." (p. 56)Otra paradoja como tantas de las científicas citadas es la de cómo en una sociedad hiperconectada, en la que las distancias espaciales se han reducido en tiempo: "el hyperlarge conecta Cádiz y La Coruña en menos de treinta minutos", sin embargo "En una sociedad donde la información es crucial, piensa Hipatia, al final nadie sabe nada."
El humor, como ya he dicho, es el principal activo de esta narración. Todo está teñido de humor desde chistes realizados utilizando figuras señeras de nuestra literatura del Siglo de Oro: Uno de los profesores de Hipatia en la facultad se llamaba Baltasar Gracián y tenía mucha "facilidad para conceptuar con cierta sencillez ciertos hechos" (cómo no, no se puede esperar menos de un conceptista de libro), hasta esa conversión en reclamo turístico de la pobreza y mendicidad que años atrás abundaba en Madrid:
"La Plaza Mayor como centro de la Zona Turística Especial, permanece igual que un siglo atrás, incluso con mendigos que ahora son funcionarios del Estado dedicados a dar color costumbrista al ambiente." (p. 102)Para finalizarNada quiero contar de la relación sentimental entre Hipatia y Adolf que sostiene vivo el relato junto a la parte científica del mismo. Sólo señalar que está muy bien desarrollada con giros sorpresivos que dan viveza a la lectura. Sí quiero dar noticia de la manera que el autor utiliza para dar título a los 31 capítulos que forman la novela. Son frases extraídas de obras pertenecientes a Bertrand Russell; las más de las veces son frases paradójicas que cuando menos nos hacen dibujar en el rostro una sonrisa. Dos muestras como mero ejemplo:
- "Qué agradable sería un mundo en el que no se dejase a nadie operar en Bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía y poesía griega" (capítulo 7)
- "Los griegos más ilustrados sostenían que la esclavitud era justificable cuando los amos fueran griegos y los esclavos, bárbaros. Nunca al revés" (capítulo 23)
Sí quisiera, como ya hiciera en la reseña anterior de la novela "Reikiavic", destacar la muy cuidada edición realizada por Reino de Cordelia, la editorial dirigida por Jesús Egido, para esta narración. Una sobrecubierta a dos colores en la más genuina línea vanguardista de los cuadros de Tamara de Lempicka y en la cubierta de la novela propiamente dicha una ilustración en la que aparecen dibujadas una tetera y la efigie del filósofo británico Bertrand Russell. Sencillez en la imaginería unida a un muy buen gusto y magnífico tacto en las 240 páginas en tono sepia claro del volumen. Una edición excelente para una novela agradable, entretenida e interesante.