EL NIVEL DEL debate público ha llegado a tal punto de degradación en España que no hay cuestión, del tipo que sea, que no derive en una maleducada disputa. En las redes sociales, en primer lugar, pero no solo. La llamada guerra cultural, junto a la extrema polarización de la sociedad, alentada por los emisores políticos y mediáticos, han hecho que las voces moderadas hayan perdido poder e influencia. La consecuencia es que casi todo el protagonismo es para los discursos de odio, la desinformación y el adoctrinamiento partidario. El último en enseñar la patita de la zafiedad ha sido Fernando Savater (San Sebastián, 1947) −el ‘filósofo de le ética’, sí−, quien se ha referido a la cómica Laura Yustres, más conocida como Lalachus (Fuenlabrada, 1990), como la “tía gorda esa”. Sin hacer referencia a su nombre, el escritor se despachó de esta guisa en su última columna de opinión en The Objective utilizando un innecesario tono despectivo y machista sobre el aspecto físico de la colaboradora de La Revuelta. A la presentadora ya la habían colocado en el punto de mira determinados sectores y medios tras la muy ruidosa, aunque artificial, polémica por mostrar una estampita con el Sagrado Corazón […]
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