Así se ve nuestro planeta desde una sonda lunar enviada por la NASA y que orbita alrededor de nuestro único satélite. Haciendo honor al nombre de planeta azul, se ve una gran parte de Africa y se adivina una península Ibérica cubierta por las nubes, haciendo pequeños, insignificantes, los problemas de países, de sus políticos, y hasta de sus habitantes. Un punto perdido en el brazo de una galaxia entre las infinitas que se cuentan en nuestro universo particular, debería constituir la necesaria lección de modestia por el reconocimiento de nuestra propia ignorancia. Hace algunas fechas, me parecieron estremecedoras las instantáneas tomadas en Plutón; pese a que la distancia es significativamente más corta, la fotografía de hoy nos muestra nuestro hogar, nuestra maltratada casa, tal como se vería si alguien se acercase a ella desde nuestro universo más próximo. Del rojo de marte al azul de la tierra hay una distancia casi insalvable técnicamente, siendo un paso si tomamos como referencia el recorrido necesario hasta nuestra estrella más próxima, aparte del sol. Tan improbable como que estemos solos en el universo, es que lleguemos a verificar lo contrario, mientras pasamos la vida pululando en la superficie de un planeta desgastado por su uso, pensando que somos, en alguna medida, importantes.