El calentamiento global está deteniendo su paso. Pero no es gracias a nosotros. Según un estudio reciente, la tierra está disipando más CO 2 para compensar el que arrojamos al ambiente.
A pesar de todos nuestros esfuerzos para destruir el planeta, este hace su mejor esfuerzo por mantenerse en pie. Así lo ha demostrado un estudio reciente en el que se observa que, para compensar la creciente cantidad de CO 2 que arrojamos al ambiente, el planeta se está haciendo más eficiente en procesarlo.
Esto aparentemente es por dos razones. La primera es debido a que, gracias al calentamiento global, zonas que anteriormente no eran aptas para cierto tipo de plantas por ser muy frías, ahora lo son. Un estudio arrojó que entre 1982 y 2009 unos 18 millones de kilómetros cuadrados de nueva vegetación habían brotado en la superficie de la Tierra, un área aproximadamente el doble del tamaño de los Estados Unidos.
Este nuevo tapizado verde del que se está vistiendo el planeta ha ayudado a disminuir la velocidad del rampante calentamiento global. Pero esto no es todo lo que está haciendo nuestro planeta. Estudios realizados en invernaderos han encontrado que las plantas pueden realizar fotosíntesis hasta un 40% más rápido cuando las concentraciones de CO 2 están entre 475 y 600ppm.
En 2014 los seres humanos bombearon alrededor de 35.700 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Esa cifra ha estado subiendo bruscamente desde mediados del siglo XX, cuando sólo se emitieron alrededor de 6.000 millones de toneladas al año. Como consecuencia, la concentración de CO 2 en la atmósfera ha aumentado también, de unas 311 partes por millón en 1950 a poco más de 400 en 2015. Sin embargo, la velocidad a la que está aumentando parece haber disminuido desde el cambio de siglo. Estudios arrojan que entre 1959 y 1989 la tasa de crecimiento de los niveles de CO 2 aumentó de 0,75 ppm por año a 1,86. Desde 2002, sin embargo, apenas se ha movido. En otras palabras, aunque los seres humanos estamos bombeando más CO 2 que nunca, menos de lo que podríamos esperar se mantiene en el aire.
Es decir, mientras la concentración de CO 2 en la atmósfera aumenta, la fotosíntesis se acelera, favoreciendo el ciclo del carbono y disminuyendo la concentración de CO 2 en el aire. Sin embargo, la fotosíntesis más vigorosa sólo frena un poco el cambio climático. El efecto es demasiado pequeño para revertirlo. Y no durará. Además, lamentablemente no todo es color de rosas, pues los científicos advierten que esto puede traer un contragolpe a largo plazo.
Según los estudios realizados, la mayoría de esta nueva vegetación ha crecido en lugares que antes eran fríos, y si bien, el proceso está ayudando a disminuir los niveles de CO 2, las plantas absorben la luz solar mientras que la nieve y el hielo la reflejan, lo que quiere decir que, mientras más vegetación haya en los polos, más caliente se vuelven estos. Esto a su vez, debido al deshielo de la tundra, podría liberar grandes cantidades de metano, un potente gas de invernadero, pero de tiempo de vida corto, que, a la larga, podría acabar con los bosques tropicales debido a las altas temperaturas.
Gracias a los esfuerzos combinados de muchos investigadores y gobiernos a nivel mundial, podríamos ayudar al planeta a detener el deshielo y el calentamiento global. Soluciones como los nanotubos de carbono extraídos del CO 2 para fabricar, desde dispositivos electrónicos, hasta baterías, o lo avances en tecnología de fusión y energía solar, y hasta los avances en medios de transporte amigables con el ambiente, son nuestro granito de arena para ayudar a reparar un daño que, finalmente, es nuestra responsabilidad.
Fuente: Nature