Esta mañana en uno de los momentos que más disfruto de la semana, el paseo por mi pueblo, he estado estudiando la timidez de los árboles. Es un curiosos fenómeno por el que sus ramas y hojas se estiran pero jamás se tocan con los de otros árboles, respetando su espacio.
Los árboles nos dan lecciones maravillosas, solo hay que tomarse el tiempo suficiente para disfrutarlas. Nosotros mismos somos raíces, ramas, frutos y semillas. Es increíble la de cosas que compartimos sin que nos demos cuenta. Crecemos sin saber a dónde vamos a llegar pero convencidos de la fuerza de lo que nos sostiene, a la vez que con la misma timidez tenemos que respetar también el espacio del otro.
Maravillosas lecciones que nos da la naturaleza.