Revista Cultura y Ocio

La tinta que somos: David González Lago escribe sobre mi poema Tinta:

Publicado el 21 septiembre 2017 por David David González

El poeta, y tocayo, David González Lago, escribe este exacto y hermoso texto sobre mi poema Tinta, incluido en mi libro Siguiendo los pasos del hombre que se fue, en la revista La Galla Ciencia:
LA TINTA QUE SOMOS
Muchas Gracias.
La tinta que somos: David González Lago escribe sobre mi poema Tinta:
        


      Hoy voy a escribir acerca de un poeta español. Su nombre es David González. Tiene el pelo largo y rizado. Hasta aquí, podría ser yo mismo. Pero no. El poeta del que voy a hablar tiene una trayectoria de más de veinte años, lo cual ya me descarta, a mí que apenas estoy empezando en esto de la poesía. Hablo de David González, ese poeta asturiano considerado ya un escritor de culto, un poeta maldito en nuestro país. Me refiero a ese poeta que escribe con los puños en lugar de con las manos. El que solo utiliza los dos puntos como único signo de puntuación. De ese David González es del que voy a escribir.

      Debido a la coincidencia que tenemos en nombre y primer apellido, en más de una ocasión me han preguntado si algún poema suyo era mío (o viceversa). Al margen de lo anecdótico, pienso que ante este tipo de coincidencias uno puede huir o caminar a su encuentro. Yo elijo la segunda opción. Por eso, entre otras cosas, he decidido escribir sobre uno de los primeros poemas que leí de David González: “Tinta”.

          TINTA
       mi otro abuelo       estuvo preso en vetusta       en la cárcel       provincial       después de la guerra:       todas las mañanas       colgaban una lista       en la puerta de entrada de la cárcel:       en esa lista estaban escritos       los nombres y apellidos       de todas las personas       a las que el día anterior       habían puesto contra el paredóno     dado muerte       mediante garrote vil:       imagínate a tu abuela       me decía mi padre       conmigo en brazos       preguntando a gritos       a las otras mujeres       si tu abuelo       se había convertido       en tinta:
            Esto, más que un poema, es un puñetazo. Un puñetazo en la boca del estómago. Un puñetazo en la cara. Un golpe sobre la mesa para dejar las cosas claras de una vez por todas. Estos versos, esta tinta, ponen ante nuestras narices una realidad incómoda, una realidad desagradable pero que existió en nuestro país. Y las manchas de esta tinta aún no se han borrado del todo.

      Muchos de nuestros abuelos se convirtieron -o pudieron haberse convertido- en tinta. Y ese dolor aún duele, aunque durante muchos años se haya mirado hacia otro lado. Muchas abuelas tuvieron que preguntar a gritos estas cosas. Y lo preguntaban porque no sabían leer ni escribir. ¿Cómo iban a tener dinero y tiempo para aprender a hacerlo, si apenas tenían un trozo de pan que echarse a la boca? Quizás muchos de nuestros abuelos y abuelas no murieron en la guerra, no se convirtieron en tinta, pero sus vidas quedaron truncadas, desplazadas, como las conjunciones y/o en los poemas de David González. Y esa realidad, aunque incómoda, es la que nos retrata el poeta asturiano desde un hiperrealismo digno de Antonio López. Solo si analizamos así la realidad, sin maquillaje, podremos avanzar hacia un futuro mejor. De lo contrario, seguiremos sin superar esa vieja y dolorosa división entre los que se convirtieron en tinta (o pudieron haberlo hecho) y los que escribían sus nombres en las puertas de las cárceles.          DAVID GONZÁLEZ LAGO.



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