El
éxito sólo aburre a los tontos. Ya decíamos que por can Barça las aguas bajaban
demasiado revueltas de un modo sólo explicable desde los protagonismos absurdos
de los ‘poltroneros’. O, pensando peor, desde los afanes crematísticos para
beneficio propio de algunos personajes oscuros.
Rosell ha iniciado su cuesta abajo y a estas alturas me inclino por la
segunda de las opciones manejadas en el párrafo anterior, aunque como no
disponemos de pruebas evidentes y sólo de los sospechosos extravíos actuales de
dinero procedente de fichajes extraordinarios, y de algunos desvaríos que
todavía están en manos de la justicia brasileña desde que este sujeto era un
‘mandao’ de Laporta, nos limitaremos
a comentar la nueva etapa que se abre. Y, básicamente por lo anterior, este
periodo se me antoja tres veces malo.
Malo
para el Barça y sus seguidores, malo para nuestra selección y malo para el
fútbol en general. La hora de su cantera ha pasado y ahora llega la de las
estrellas rutilantes fichadas a golpe de talonario, como si Rosell quisiera
emular al peor Pérez posible.
Es
curioso cómo el presidente madridista quiso hacer de su equipo el antiguo Barça
a partir del segundo año de su mandato, allá por 2.002, encadenando la peor
racha deportiva de mandatario alguno en la casa blanca; en sus siguientes siete
años al frente del Real ha ganado dos ligas y una copa. De pena. Y, además,
gastando cerca de mil millones de euros en fichajes, lo cual hace que su
trayectoria pase de penosa a escandalosamente mala.
Pues
bien, miren por dónde ahora viene Rosell
y empieza lo que aquél pergeñó desde que
se decidiera a largar a Del Bosque y
compañía para oprobio de quienes habían creído que la apuesta por el fútbol
bueno de los azulgranas era una seña de identidad genética en los tiempos
modernos. La gran diferencia entre Pérez y Rosell está en la enormidad que les
separa fuera del fútbol. El madridista, por muy criticable que sea su gestión
deportiva y como presidente, para lo demás que se le conoce es un señor dotado
de una preparación e inteligencia al alcance de pocos y no necesita el dinero
líquido procedente del fútbol para nada. Otra cosa es su habilidad para
convertir al Real Madrid y cuanto representa en el departamento de relaciones
públicas de sus empresas. Del blaugrana no se conocen sus actividades
económicas privadas más allá de su ligazón al mundo del fútbol en sus diversas
variables desde que se dio a conocer como compi de Laporta en el Elefante Azul;
la plataforma de socios que les llevó a dirigir el club. Así que se me antoja
que este personaje tiene gatos en la barriga para defender a ultranza sus
intereses particulares, sean cuales sean. De su antecesor ya sabemos que paso
de ‘yernísimo don nadie’ con despacho de abogados de secano a la política
gracias a su paso por el sillón presidencial culé, y ahora, cuando el asunto no
le ha cuajado, prepara su vuelta al Camp Nou para reverdecer laureles. Ya veremos en lo que acaba quien debió pasar a
la historia como el mejor presidente barcelonista y no como un personaje de
opereta por sus desméritos fuera del fútbol. Y ya veremos, también, en lo que
termina el ‘gran fichaor’ Rosell.
Y
mientras, los magníficos canteranos del Barça y posibles futuras estrellas
haciendo o preparando maletas para jugar en otros clubes por aquello de que
tienen que coger experiencia. Lo ‘mismico’ que argumentaba Pérez para hacer
igual con los jóvenes canteranos madridistas cuando entonó el canto galáctico
de sus pesares. Ya me dirán la experiencia que tenían los coetáneos de Butragueño cuando Di Stéfano y Amancio les
hicieron titulares en el Madrid, o la que acumulaban Pedro y Busquets cuando Guardiola los pasó del filial de
tercera al Barça de Xavi, Iniesta, Pujol y Messi para ser titulares.
Pero claro, hablamos de técnicos que apuestan por el fútbol y por trabajar con
los jóvenes, no de personajes llegados a las presidencias de los equipos para
medrar personalmente, o…
Así
que la tontuna va por barrios. Ahora le toca al Barça, porque el Madrid parece
que afortunadamente ha iniciado una nueva andadura apostando por la cantera y
por el producto joven nacional. Y más pronto que tarde veremos los diferentes
resultados.
Rosell enterrará al mejor Barça de la historia y Pérez podrá hacerse
perdonar el desastre de su gestión deportiva hasta ahora.