Revista Educación

La tormenta

Por Siempreenmedio @Siempreblog
La tormenta

La tormentaAquel día nos acecharía una tormenta. Nuestro primer día y la excursión se iba a convertir en un constante huir de la oscuridad de las nubes negras que se cernían sobre la lancha.

El piloto (el jefe), experto y conocedor de aquellos vientos y corrientes cambiantes, nos mantuvo a salvo en todo momento. Pero yo no podía evitar sentir nuestra insignificancia ante la naturaleza desatada, ante la fuera del mar, la potencia de los vientos, la sublime oscuridad de las nubes reflejada en las aguas. Me puse el chubasquero y me dispuse a esperar, algo inquieta.

No es la primera vez que me pasa: el mar me impone todo.

El mar es respeto, misterio, cambio. Un mundo al que me gusta asomarme sabiendo que no sé mucho de él, que soy una intrusa y que el solo hecho de que me deje estar ahí ya es algo que hay que agradecer.

Estuvimos tres horas huyendo de la tormenta, dirigiendo la lancha hacia los claros, esperando que pasara lo peor. Tampoco parecía que fuera a pasar nada, pero nunca se sabe.

Cuando todo pasó, el jefe, que se conocía todo aquello como la palma de su mano, nos llevó a un rincón que parecía no tener nada especial. Nos indicó que nos pusiéramos las gafas y nos lanzáramos a las cálidas aguas (al parecer hacía más frío fuera que bajo el agua). Me puse las gafas, bajé las escalerillas y...

Con solo meter la cabeza en el agua me quedé totalmente impactada. Eran los fondos marinos en tecnicolor más impresionantes que he visto en mi vida.


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