Pocas cosas suelen ser casuales en política y la tormenta que desde hace semanas se cierne sobre Madrid no es una de ellas. Cada vez hay menos dudas de que estamos tan solo ante los prolegómenos de la batalla por el control político de la capital en las elecciones del año próximo. Demasiada coincidencia me parece a mi que sería que en menos de un mes estallara el escándalo del máster de Cifuentes, que en Podemos empezara la fase de todos al suelo que vienen los nuestros y que en el PSOE le ofrecieran matrimonio a Carmena, y que todo esto no tuviera nada que ver con los primeros picores electorales de la temporada. Controlar el ayuntamiento de la capital y el gobierno de una comunidad de la proyección política y mediática de Madrid es un objetivo central para los principales partidos que harán todo lo que esté a su alcance para cobrarse la pieza.
Sin duda, es el PP el que peor lo tiene por su mala cabeza y por la corrupción que ha anegado el gobierno autonómico en los últimos años. Ahora intenta salir airoso del escándalo del máster de Cifuentes pero no lo tiene nada fácil y eso debe preocupar lo suyo en la madrileña calle Génova. Máxime después de que Cifuentes haya anunciado que lleva a Esperanza Aguirre, su antecesora y más íntima enemiga, a los juzgados por supuestas irregularidades en la ciudad de la justicia que impulsó la ex presidenta. No se sabe muy bien si lo que busca Cifuentes es redimirse ante los suyos y ante la opinión pública por lo del máster o morir matando y con las botas puestas. Total, para lo que me queda en el convento, etc.
Lo que es de verdadera traca es el ofrecimiento "informal" del PSOE a la alcaldesa Carmena para que encabece la lista socialista al ayuntamiento. Aquello de las primarias y la participación de los militantes en la designación de los candidatos parece que no rige en Madrid, por no hablar del nuevo ninguneo a Pedro Sánchez, al que parecen no tomarse muy en serio ni los de su propio partido. El ofrecimiento, por informal que fuera, evidencia las miserias del PSOE madrileño en donde apenas parece tener para cubrir con alguna garantía de éxito la candidatura al gobierno de la comunidad. Eso, siendo benevolente y dando por sentado que Ángel Gabilondo reúne el perfil. Por algo debe ser que los socialistas llevan dos décadas sin tocar poder en el ayuntamiento y en la comunidad de Madrid, coto privado del PP hasta que aparecieron Podemos y Ciudadanos.
Los de Pablo Iglesias andan por su parte haciendo de nuevo lo que mejor se les da: la guerra de guerrillas de todos contra todos. Iglesias y Errejón en los papeles de héroe y villano, según la fracción desde la que se mire, y Bescansa y Espinar en papeles secundarios pero muy lucidos, vuelven a dejar claro que la denostada casta ha terminado echando raíces profundas en el artilugio político podemita. Iglesias se postula ahora como hombre de consenso y pontífice máximo y anuncia una candidatura de unidad para Madrid. A ver cuánto dura. Viendo el panorama, el único que no tiene nada que perder y mucho que ganar en esta revuelta situación es Ciudadanos. A Cifuentes la están asando a fuego lento en la parrilla de la moción de censura y, tanto si dimite como si no, seguirán siendo fuerza bisagra para la gobernabilidad de la comunidad hasta el año que viene. Esta es la borrascosa perspectiva política que ofrece la comunidad de Madrid una vez que en los partidos han empezado a tocar a rebato ante las próximas elecciones. Mientras, los problemas de los ciudadanos de Madrid pueden esperar, qué prisa hay.