Revista Historia

La torre de la Miranda, una atalaya a un paisaje natural desaparecido

Por Ireneu @ireneuc

Ubicada en el barrio de Sant Ildefons, justo en el límite del pronunciado talud que separa la Marina del Samuntà ( ver El Samontà y la Marina, el desconocido origen del alma de L'Hospitalet) y baja hasta Can Mercader, se encuentra uno de los edificios más queridos de Cornellà de Llobregat: La Miranda. Esta torre, de planta hexagonal de 3 metros de lado, tiene unos 27 metros de altura y fue construida en estilo historicista neomudéjar alrededor del año 1900 por el arquitecto Jaume Gustà por encargo de Arnau Mercader, propietario de la finca de Can Mercader a la que pertenecían los terrenos donde debía ubicarse.


Gracias a la afición por las ciencias naturales de su propietario, la Torre de la Miranda se erigió con la intención de ser un mirador de pájaros y un observatorio astronómico, aprovechando su posición elevada que le permitía tener una visión privilegiada del delta del Llobregat ( ver El delta del Llobregat, una costa en retroceso) en un momento en el que el delta era una gran extensión agrícola. Visible desde gran distancia, La Miranda se ha convertido en un emblema de una realidad paisajística que desde hace mucho tiempo desapareció bajo el cemento de los grandes edificios de esta parte del área metropolitana de Barcelona.


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