Hola de nuevo, perdón por mi ausencia en marzo pero mi ordenador estaba roto.
¡¡¡¡Ya el blog ha cumplido un año!!!!, para celebrarlo el mes que viene subiré dos entradas. Este mes voy a publicar el primer relato con el que gané el primer premio del XXIX certamen literario "Villa de Montefrío" (año 2009), espero que os guste tanto como a mí.
LA TORRE DE LOS MIL VIENTOSLa historia que os voy a contar, tiene como protagonista a una niña de once años llamada Begoña. Era de baja estatura y delgada de cintura, su cara era alargada y sus cabellos castaños, su nariz era chata y tenía unos ojos almendrados de color miel. Ella era risueña y generosa, tenía una gran imaginación y su afición favorita era dibujar.Begoña vivía en una casita de campo con sus padres y su abuela, a la que quería mucho, pues siempre le explicaba historias fantásticas, que hacían aumentar día a día su imaginación.Cerca de su casa había una granja con muchos animales, Begoña hablaba con ellos y eran sus mejores amigos.Ella no tenía la oportunidad de ir al colegio porque estaba muy lejos, pero como su madre había sido profesora era quien le enseñaba todas las mañanas a leer, escribir, matemáticas, historia…Todas las tardes daba grandes caminatas por los senderos de la campiña que rodeaba su casa. Un día decidió ir por un sendero estrecho que siempre había atraído su curiosidad, pues en una de las historias que le había contado su abuela, decía que al final del camino había una maldición. Anduvo largo rato y a lo lejos divisó una torre, dedujo que era una torre antigua por la forma que tenía pero no estaba nada desgastada, al contrario, parecía que nunca había sido habitada, ni siquiera visitada.Se acercó a ella, con pasos lentos y cara de asombro, sin perderla de vista. Cuando llegó al pie de la torre, empujo la puerta que estaba entre abierta, el interior de la torre estaba vacío, sólo había una estrecha escalera en forma de caracol, la torre tenía tres pisos exactamente iguales con dos puertas en cada planta, cada habitación estaba pintada de un color diferente.Begoña, como tenía mucha imaginación, decidió llamar a cada habitación con el nombre de un sentimiento y adornar sus paredes con cuadros que trasmitiesen esos sentimientos.Llamó a la torre, “La torre de los mil vientos”, ya que la sensación que sentía cuando estaba dentro de ella, era que sus pensamientos e ideas volaban igual que los vientos.A la habitación amarilla, le llamó alegría, a la habitación verde le llamó esperanza, a la habitación rosa, le llamó belleza, a la habitación blanca, olvido, a la gris, tristeza y a la roja, amor.A partir de aquel día cada tarde llevaba un dibujo, Begoña estaba viviendo una experiencia inolvidable, que jamás olvidaría. En la habitación de la alegría ponía cuadros que ella había dibujado de familias y fiestas, en la habitación de la esperanza, personas con fe con una expresión difícil de describir, en la habitación de la belleza, atardeceres y paisajes, en la habitación del olvido, cuadros abstractos de esos que nunca se te quedan en la memoria, en la habitación de la tristeza personas llorando amargamente y en la habitación del amor, reencuentros de personas abrazadas o situaciones parecidas.Un día decidió no poner más pinturas en la torre de los mil vientos, ya no cabían y además ya no hacía falta, pues la torre estaba realmente bonita.Siguió visitando su torre, tarde tras tarde, contemplando sus obras, era donde se sentía completamente feliz, pero llegó un día en que ya no pudo ir mas, pues su abuela cayó gravemente enferma y ya no quiso separarse de ella.Cuando su abuela murió, pasó unos días muy malos, ya que añoraba las historias que su abuela le contaba todas las noches después de la cena, pero Begoña se refugió en su torre para superar la tristeza que sentía, porque en cada habitación que entraba, le invadía ese sentimiento. Entonces, sus padres tuvieron que tomar una difícil decisión, debían irse a vivir a la ciudad. Las primeras semanas fueron complicadas para Begoña, todo era nuevo para ella, los coches, los semáforos, las farolas, los peatones, las tiendas… pero sin duda, lo que más echaba de menos era la Torre de los Mil Vientos y siempre estaba triste.Con el tiempo se dio cuenta que vivir en la ciudad tenía sus ventajas, allí pudo ir al colegio, donde hizo muchos amigos y vivir con ellos momentos muy felices, finalmente, consiguió amoldarse a la ciudad olvidando totalmente la torre de su infancia.Transcurrieron los años, Begoña se casó y tuvo hijos, estos al crecer le hicieron recordar los grandes momentos que durante su niñez había pasado en la torre a la que ella llamaba Torre de los Mil Vientos. Un día decidió que había llegado el momento de mostrar a sus hijos la existencia de un lugar tan maravilloso donde te podías olvidar por unos instantes de la realidad, por lo que organizó una excursión campestre.Begoña recordaba con exactitud el camino que había que seguir hasta llegar a la torre, toda la familia se dirigió hasta aquel lugar, pero al llegar al sitio, ni ella ni sus hijos eran capaces de ver la torre.Begoña se había acostumbrado a la ciudad y sus hijos carecían de la imaginación que su madre tenía con su edad, pues la Torre de los Mil Vientos, no era más que la torre de la imaginación.Gracias por visitar mi blog. Sed felices J