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La torre de los siete jorobados: Madrid…

Publicado el 11 enero 2016 por La Cara De Milos La Cara De Milos @LacaradeMilos
La torre de los siete jorobados: Madrid…

No debería ser así, pero lo es. Que a un español, y más en concreto a un madrileño, se le nombre el nombre de Emilio Carrere o Edgar Neville o La torre de los siete jorobados y le suene a polaco con pinceladas de navajo. Pero es así. Yo no era menos, y también lo desconocí en su momento. La culpa se la debemos al ímpetu progresista que crucificó a muchos autores, los que no eran Cela, Gala o Sampedro, por haber sido del régimen, esto es: por haber vivido en España durante la dictadura; mismo caso de los inmediatamente antes citados. No es que la dictadura no se merezca ser vilipendiada (ya que tendría que serlo mucho más), pero el doble rasero que se aplica en estos casos es casi siempre desquiciante: unos sí y otros no, así de simple. Es cierto que las novelas de Emilio Carrere no son don quijotes, pero cuando un género como el del terror abunda tan poco en este país, es de obligado ejercicio rescatar todo cuanto se haya hecho en ese sentido. Y tal vez no sean obras maestras de la literatura universal, pero una cosa sí que son: divertidas. Como La torre de los siete jorobados...

La torre de los siete jorobados: Madrid…

De ahí que Edgar Neville (director de cine español, pese a lo que pueda parecer) adaptara para la gran pantalla de la posguerra y cuando la II Guerra Mundial llegaba a su fin La torre de los siete jorobados (1944), la novela más famosa de Emilio Carrere, aunque, y esto ya se sabe, media novela fuera escrita por Jesús de Aragón. La película de La torre de los siete jorobados toma la novela como referente, aunque cambia situaciones y personajes, introduciendo algunos nuevos, quitando otros y cambiando a algunos de lugar y cometido. El protagonista, el supersticioso y un tanto apocado Basilio Beltrán, sigue siendo el mismo, y el espíritu del señor Catafalco se le sigue apareciendo para encomendarle la búsqueda y desenmascaramiento de su asesino, pues en la película de La torre de los siete jorobados, a diferencia de en la novela, al doctor Robinsón de Mantua (en el filme arqueólogo y no médico) se le cree muerto en accidente y no asesinado por un malhechor aún sin encontrar. Aparece también en la película de La torre de los siete jorobados, el siniestro personaje del profesor Sabatino (aunque carece aquí de la melena blanca que exhibe en la novela) y el intelectual de las gafas azules, que en la película como en la novela sigue manteniendo su tronchante e inconsciente cinismo. Y jorobados, claro, muchos jorobados.

La torre de los siete jorobados: Madrid…

La torre de los siete jorobados: Madrid…

A La torre de los siete jorobados se le pueden reprochar muchas cosas (como una ligera inconsistencia a la hora de adaptar la novela y escribir el guión o cierta asimetría en el ritmo narrativo) pero sus aciertos son, sin duda, mucho mayores. Unos aciertos que van desde una muy bien ejecutada dirección (da la sensación de que Neville podría haber conseguido el mismo resultado con cualquier plantel de actores y con muchos menos medios) hasta unas actuaciones, en la mayoría de los casos, muy verosímiles, pasando por una edición artesana muy cuidada, de cuando el editor tenía que ensuciarse las manos. Sin olvidar el regusto a expresionismo alemán que exhibe La torre de los siete jorobados. Todo para acercarnos un Madrid de principios del siglo XX en el que la brujería, los espíritus, los policías, los asesinatos y los jorobados interactúan entre sí para crear una historia que agrada al paladar cinéfilo por su apuesta sincera por el simple entretenimiento.

La torre de los siete jorobados: Madrid…

La torre de los siete jorobados: Madrid…

La torre de los siete jorobados se trata de una cita con sabor a clásico de aventuras, ya que, al igual que la novela, más que terror puro, se coloca a medio camino entre lo sobrenatural, las aventuras, lo policiaco y la cantidad justa de humor y sarcasmo. Se echa en falta en La torre de los siete jorobados algo más de acción y de misterio, pues algunos aspectos no logran ser transmitidos con la potencia para impresionar que hubiera sido deseable, perdiendo la narración audiovisual bastante cantidad del sentido siniestro que rezuma la novela de Carrera/Aragón. Sin embargo, el universo que se respira en la película sigue resultando muy apacible para la imaginación, un lugar perfecto para descansar y disfrutar de una película y una historia policiaco-aventurera del más allá 100% pulp castiza. La subciudad de Magedir os espera...

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