La Torre de San Pelayo (El Faro de Campos). Villavicencio de los Caballeros (Valladolid).

“Si quieres saber las semanas del año cuenta los ventanajos de San Pelayo”
(Refrán popular)

Al Norte de la Provincia de Valladolid se encuentra el pequeño pueblo de Villavicencio de los Caballeros, un lugar lleno de historia y pese a su escasa población repleto de Patrimonio. A las afueras de la Población nos llama la atención una enorme Torre Mudejar junto a unas ruinas de una Iglesia, es la Torre de San Pelayo, mas conocida en la zona como “El Faro de Campos”, una gigantesca mole de ladrillo, espectacular ejemplo del Mudéjar Castellano.

¿Como llegar?

Desde Valladolid capital, cogemos la N-601, dirección León o Medina de Rioseco. Después de cruzar la propia Medina y Ceínos de Campos, sale un desvío hacia Villavicencio de los Caballeros, la ZA-504, que nos lleva en unos pocos Kms al pueblo, cruzamos toda la localidad, y a las afueras vemos la enorme Torre.

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Coordenadas GPS: 42.055948, -5.237482

Estado

De la antigua Iglesia de San Pelayo a la que pertenecía la Torre, queda muy poco, salgo las Puertas de entrada y unos muros que dan testimonio de la existencia de un recinto. La Torre se encuentra en buen estado de conservación, es mas, hubo un Proyecto de hacerla visitable a modo de Mirador, el cual no llego a realizarse después de su restauración.

Historia

Esta zona de la Tierra de Campos fue lugar pretendido por el reino de Castilla y el Reino de León, en sus constantes contiendas y refriegas fronterizas. Así San Pelayo fue levantada entre los siglos XIV y XV sobre un Palacio–Fortaleza de los siglos XI y XII, como lo demuestra la existencia aún de una ventana saetera, en la parte posterior, así como el interior de la torre, que muestra tapial en la primera altura, de donde parte el segundo cuerpo de ésta ya con vanos o arcos.

La Torre

La Torre nos recuerda mucho a las Torres Mudéjares de la no tan lejana Sahagún (León). En su tiempo marcó el centro de la villa vieja, aparece ahora como mirador aislado. Tiene 28 metros de altura y fábrica de ladrillo mudéjar con basamento inicial de sillería. Conserva íntegramente su altura, con un escalonamiento marcado en cada uno de sus cuerpos, respectivamente, con tres, cuatro y cinco vanos, algunos de ellos cegados. Cada cuerpo aparece rematado por un friso de esquinilla, así como por un alféizar que absorbe el cambio de planta, a través de un friso.

La Planta de la Iglesia en ruinas tiene 620 m2, en su extremo sur servía de cementerio como era la norma en todas las iglesias de la época. Contaba con nave central y naves laterales. Los restos de los arranques de los arcos de las naves que aguantaban las bóvedas, se apoyan sobre basamentos de sillería de piedra. Dichos arcos pueden ser considerados en su última intervención como clasicistas de mediados del siglo XVIII.

¿Que ver?

Merece la pena dar una vuelta por la Villa. Destacan las iglesias de San Pedro y de Santa María, ambas del siglo XVI, que conservan un retablo de la escuela de Gaspar Becerra y Esteban Jordán y una copia de San José, de Gregorio Fernández. Otros monumentos son la casa-palacio de los Franco y la fachada del antiguo Priorato, que perteneció al Real Monasterio de San Benito de Sahagún.