Revista Política
El otro día me mandaron un e-mail pegoso, de esos que te llenan la bandeja todos los días y borras sin leer pero, no sé porqué, esté sí lo leí (y encima me hizo hasta gracia). Así que he decidido compartirlo con vosotros.
<<Un joven está paseando por la plaza de un pueblo y decide tomar un descanso. Se sienta en un banco... al lado hay un señor de más edad y, naturalmente, comienzan a conversar sobre el país, el gobierno y finalmente sobre los Legisladores y similares. El señor le dice al joven: - "¿Sabe? Los políticos son como una tortuga en un poste”. Después de un breve lapso, el joven responde: - "No comprendo bien la analogía... ¿Qué significa eso, señor?" Entonces, el señor le explica: "Si vas caminando por el campo y ves una tortuga encima de un poste de alambrado haciendo equilibrio ¿Qué se te ocurre?” Viendo la cara de incomprensión del joven, continúa con su explicación: - Primero: No entenderás cómo llegó ahí. - Segundo: No podrás creer que esté ahí. - Tercero: Sabrás que no pudo haber subido solita ahí. - Cuarto: Estarás seguro que no debería estar ahí. - Quinto: Serás consciente que no va a hacer nada útil mientras esté ahí. Entonces lo único sensato sería ayudarla a bajar".>> En honor a la verdad, sería completamente injusto tachar a todos los políticos de tortugas, porque ahí hay de todo. Yo los clasifico de la siguiente forma: 1. El político de campo: carismático, enérgico y entregado. Dígase de aquel que, teniendo una más que acreditada formación y un trabajo brillante, lo deja todo para trabajar por el bien de la ciudadanía. De éstos solo puedo decir que, como diría un gallego, “haberlos haylos, como las meigas”. Evidentemente, éste es mi preferido. 2. El político universitario: como sabía que no iba a ser el “number one” en su futura profesión (ni el two, ni el three, ni el four...) decidió meterse en un partido e intentar hacer las Américas. Muchos naufragan ¡pero también los hay que triunfan! 3. El político titulado: es en lo que se convierte el del apartado 2 cuando acaba la carrera. (Gran) Problema: su único trabajo ha sido “pertenecer al partido”. 4. El político proletario: ese que lo único que ha hecho en su vida es trabajar y que no posee una amplia formación porque no ha tenido oportunidad para ello en la vida pero que, como tiene un gran espíritu de superación (y es un espabilado), lucha contra su ignorancia y (a veces) consigue vencerla. Yo a éste le reconozco un gran mérito: 1º salió de la nada; 2º sabe de qué va la vida y “lo dura que es la calle”. 5. El político poto: (Nota bene: un poto es una planta con unas hojas que caen y que adorna mucho). Este grupo es muy dispar ya que está formado por familiares, ya sean por consanguinidad o afinidad, amigos y expedientes “x”. Vamos... no me digáis que no conocéis ninguna tortuga; no me digáis que no os indigna saber lo que gana y, lo peor, no me digáis que no os indigna que se lo paguen por no hacer nada: no porque no quiera, sino porque no tiene preparación y lo sabemos bien ¡porque conocemos su vida! (de ahí que tengan que tener tantos asesores). Y después de contaros esta bonita fábula digo yo: si en las listas electorales hay tortugas, algunas como galápagos por lo que, en ocasiones, parecen reservas naturales, ¡que me pongan a mí! Que seguro encajo en algún grupo de mi clasificación porque, visto lo visto, es la mejor profesión del mundo.
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