Las fuerzas de seguridad en España, torturan. Aunque dicha afirmación nos pueda parecer exagera, la realidad es cada vez más evidente y así lo denuncian informes anuales de la Coordinadora para la Prevención de la Tortura y otras ONG, de los distintos Relatores de la ONU, del Comité para la Prevención de la Tortura y del Comité Contra la Tortura (CAT), además de las condenas de los Tribunales españoles y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Es más, todos ellos no sólo dicen que la tortura exista en nuestro país, sino que va en aumento.
No nos hace falta pensar mucho, ni rebuscar muy lejos en las noticias para encontrarnos con casos de denuncias de maltratos y torturas por parte de las fuerzas de seguridad en nuestro país, pero para quienes no estamos muy metido en ese tipo de asuntos nos puede parecer algo puntual y que se dan en pocos casos. La media de dos denuncias diarias entre los años 2004 y 2008 nos abofetea ante lo ingenuos y crédulos que podemos parecer a veces.
La ironía de que España forme parte en diversos tratados internacionales de derechos humanos que imponen a las autoridades la obligación de prevenir y castigar los malos tratos infligidos por agentes del Estado y garantizar acceso a recursos y reparación a las víctimas, no viene más que a demostrar que la tortura sólo es mala cuando se produce fuera de nuestras fronteras, en definitiva cuando los torturadores no sean españoles ni cometan tales crímenes en España.
La práctica de la tortura en nuestro país se ha generalizado y se da en todos "los cuerpos policiales y funcionarios encargados de la custodia de personas privadas de libertad. Existen denuncias, y condenas, contra agentes del cuerpo nacional de policía, guardia civil, policías locales, policías autonómicas (mossos d´esquadra, ertzaintza, policía foral de Navarra…), funcionarios de prisiones, personal de centros de menores y militares" (Canalsolidario). La falta de investigación real e independiente de las denuncias por jueces y fiscales, pasando por la adjudicación de indultos y medidas de gracia a los pocos funcionarios que, finalmente, son condenados por los Tribunales de Justicia, amparan tales actos y alimentan una situación cada vez más habitual e impropia de un estado democrático.
El derecho internacional establece el derecho de toda persona a no ser sometida a tortura o trato o pena cruel, inhumano o degradante. Es deber de los Estados demostrar su condena absoluta a tales actos, tanto en el plano de su legislación interna como en las actuaciones de todos sus funcionarios. Además de respetar la prohibición de la tortura y los malos tratos, es obligación de los Estados investigar de forma inmediata tales actos, someter a los responsables a un proceso justo, imponerles un castigo y ofrecer a las víctimas una reparación adecuada. Así que debemos pedir coherencia no sólo a nuestro gobierno, sino a la sociedad civil, dado que lamentablemente el apoyo de los ciudadanos europeos a la tortura está aumentando de forma importante, siendo relativamente habituales manifestaciones de apoyo explicito a su práctica, incluso a su legalización para supuestos de terrorismo.
La tortura y la crueldad no debe ser un arma de las fuerzas de seguridad, no podemos permitir que se conviertan en aquello de lo que supuestamente nos deben proteger. El poder absoluto corrompe, y estamos permitiendo que quienes tienen que protegernos se corrompan ante la pasividad del gobierno y la justicia, buscando portadas que les hagan quedar bien frente a la opinión publica, en su lucha contra el terrorismo y la delincuencia. La violencia cuando es gratuita ciega a quien la ejerce, y ninguno de nosotros esta libre de ser victima, cabe decir que sólo un 12% de los casos de torturas corresponden a personas ligadas a bandas terroristas, pero aun en el mejor de los casos, y jamás sintiéramos en carne propias a que sabe el dolor que inflige la tortura, no debemos tolerar que se torture y maltrate en nuestro nombre.
El próximo sábado 26 de junio se celebra el Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura.
Las fuentes que interesa leer: Coordinadora para la Prevención de la Tortura
Dos denuncias cada día: ¿dónde y quién tortura en España?
Sal en la herida