Empezó el Mundial. Hubo ceremonia inaugural y todo eso, pero la primera jornada la polarizó el golazo de Tshabalala, el primero del torneo. Sudáfrica organiza el evento, y además se había reservado el honor de hacer la primera diana del mismo. Su autor fue Tshabalala, que aprvechó la ligereza del Jabulani para soltar un misil tierra-aire que dejó tiritando a México. En las fiestas patronales, la traca suele llegar al final, pero Sudáfrica la encontró a las primeras de cambio. No hace falta ser la Bruja Lola para saber que el tanto inaugural de los Bafana-Bafana va a ser uno de los mejores goles del torneo.
Pero Sudáfrica acabó triste el partido, llorando por un empate cuyas consecuencias aún no se pueden intuir. Y los de Perreira lloraban porque pudieron ganar, y bien, a una decepcionante México. Los de Javier Aguirre, cierto, dominaron en el primer tiempo, pero no supieron concretar. Por fortuna para ellos, en un fuera de juego pésimamente tirado por la zaga de los anfitriones, Rafa Márquez rescataba un punto que sabe a gloria para los centroamericanos. Sobre todo después de que Mphela estrellase el balón de la victoria en el palo, por no mencionar un más que posible penalti no señalado a Sudáfrica.
Si el partido de apertura fue, dentro de lo que cabe, vistoso, el Uruguay-Francia fue un tostón de los de agárrate y no te menées. Dos selecciones sin centro del campo regalaron 90 minutos de nada, salvo miedo a perder. Gourcuff y Forlán tuvieron las mejores ocasiones, pero el fútbol fue justo y no quiso hacerle un favor a ninguno de los dos equipos. Se confirma: grupo abierto en el que, visto lo visto, puede pasar cualquier cosa.
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