Hace 10 días, operaron
a Cristina Kirchner. Nunca más la volvimos a ver. En el ínterin,
asumió Amado Boudou, que estaba en Brasilia listo para embarcar con rumbo a
Cannes.
Sin embargo, como el vicepresidente tiene tan mala imagen intentaron mostrarlo lo menos
posible. En el medio, nos enteramos de que Carlos Zannini y Máximo Kirchner son
los que están conduciendo el país.
Mientras todo esto
ocurre, pretendieron explicarnos (o engañarnos) una vez más sobre el accidente
que llevó a la Sra. de Kirchner al quirófano. Unos dijeron que se golpeó la cabeza en la
escalinata del avión; otros, mientras juntaba los juguetes de su nieto Néstor
Iván. Lo cierto es que ambas versiones provinieron de personas a las que
teóricamente habría que creerles. Uno de ellos es nada menos que Martín
Insaurralde, el primer candidato a diputado nacional por el Frente para la
Victoria en la provincia de Buenos Aires, el que dice que en la vida hay que
elegir, que hay que seguir haciendo, que hay futuro y que es de todos, en fin,
ni él mismo sabe bien lo que dice, pero repite lo que le ponen delante.
Horas más tarde,
apareció Juan Cabandié, el edil porteño que aspira a convertirse en diputado
nacional por la ciudad de Buenos Aires. Se lo vio en un video ventilando que él
es hijo de desaparecidos y que se bancó la dictadura. No fue frente a un
tribunal en donde se juzgaba a las juntas militares sino en un control de
rutina que realiza la gendarmería.
Por lo visto, Cabandié
cree que él tiene más derechos que el común de los que habitamos este país.
Algo similar suele ocurrir con sus camaradas como Andrés Larroque, también
diputado nacional.
En tanto, otro capítulo
de la tragedia argentina tiene lugar por estos días: las estadísticas
extraoficiales marcan que el kilo de tomates se vende a 50 pesos; desde el
gobierno nacional piden cambiar el tradicional tuco por salsa blanca; vestirse aquí es más caro que en los lugares más privilegiados del planeta; las
reservas del Banco Central siguen cayendo –aunque, según la primera mandataria, el país está mejor que Australia o Canadá-; da miedo salir a la calle o detener
el auto en un semáforo; la mitad de la población es pobre; los comercios
continúan cerrando sus puertas; el nivel de la educación primaria y secundaria
está por el subsuelo; en fin, cada vez peor.
Lamentable es que el
oficialismo pretende otra “década ganada” o más, mientras la oposición intenta
llegar al poder para concretar su propio negocio. ¿O, acaso, creés que la
oposición quiere alcanzar el poder para mejorar tu calidad de vida? Te doy un
ejemplo: la mitad más uno de los que se quedaron afuera en las PASO el 11 de
agosto último se reciclaron en otras listas. Es decir, no comprendieron que la
gente les dijo NO.
Revista Opinión
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