Revista Historia
Unos días después de la bomba atómica que arrojaron en Hiroshima, los norteamericanos esperaban que Japón se rindiera, pero eso no pasó.
Los altos mandos japoneses dieron por hecho que los norteamericanos no tenían ninguna bomba atómica más así que se mantuvieron armados, pero de poco les sirvió no rendirse ya que arrojaron una segunda bomba, esta vez en Nagasaki (una de las islas menores de Japón llamada Kyushu).
Esto ocurrió el o de agosto a las 11:02 de la mañana, el bombardero B-29, “Bock’s Car”, lanzo sobre esta ciudad una bomba de plutonio, llamada “fat boy”, con la capacidad de liberar el doble de energía que la bomba de uranio.
Los efectos no fueron tan devastadores en cuanto a la topografía del terreno se refiere, respecto a la bomba que arrojaron previamente en Hiroshima, pero 73.000 personas murieron y 60.000 resultaron heridas de gravedad.
El 15 de agosto, casi una semana después de Nagasaki, el pueblo japonés escuchaba por primera vez la voz de su emperador que había tenido que descender de su condición divina para convencer a su pueblo de que debía rendirse. Sin pronunciar la palabra "rendición" dijo que la guerra había terminado.
Cinco días después, los japoneses se rindieron incondicionalmente ante las fuerzas aliadas. Con ello, la Segunda Guerra Mundial, que había empezado en 1939, se dio por terminada.