Revista Deportes
Ricardo La Volpe es un tipo particular en el mundillo del fútbol, bicho raro que le dicen, como todo arquero, cosa que también dicen. Nacido en Argentina tuvo paso como futbolista en Banfield y San Lorenzo. Fue integrante del plantel campeón del mundo de Menotti pero a la legua se lo ve más Bilardista que Bilardo.
Su carrera como jugador continuó y concluyó en México donde años más tarde comenzó a tomar peso su figura como entrenador y el personaje del Bigotón cobro vida. Tipo de carácter fuerte que sorprendió en el fútbol mejicano por sus esquemas que giran alrededor de la verticalidad, del juego en conjunto, la velocidad y sobre todo la disciplina táctica. Nunca un equipo de La Volpe girará alrededor de un sólo protagonista. En su recordado paso por estas latitudes como técnico de Boca tuvo un revés muy importante al perder un campeonato que parecía estar servido en bandeja y su última palmada de confianza se la otorgó Vélez de donde tampoco se fue bien. Corto pero con matices interesantes fue el paso de Ricardo por nuestros campos. Rápidamente, por su trayectoria y aceptada reputación en suelo azteca consiguió trabajo en la Selección mayor de aquel país.
Cual enredaderas, las raíces natales persiguen al buen Ricardo, lo toman por sus pies y lo ponen, tarde o temprano cara a cara frente a la Argentina. (Semifinales de Copa América 07’en Venezuela y Octavos de final en el Mundial de fútbol de Alemania 2010) a la cual no ha podido vencer en ninguno de los casos. Y esto se ha dado, paradójicamente, luego de aquello sucedido con Boca a lo que no pocos llaman fracaso. Cada oportunidad que hasta aquí se le ha presentado a La Volpe de enfrentar a la albiceleste conlleva un doble desafío.
Casi como en tragedia griega el Bigotón sabe que en ese cruce frente al once de la tierra que lo vió nacer, no sólo enfrenta a la Argentina, sino también a sus detractores, a sus fantasmas y a sus complejos que, fiel a su áspero ser, nunca dejará ver a los ojos de los demás. Sabe bien que de voltear al gigante, se sentirá redimido. Con el hecho consumado mirará al caído con el pecho inflado, le gritará al continente un par de verdades que atesora y reclamará ser reconocido por quienes lo defenestraron alguna vez.
Las armas con las que cuenta no son las mejores, un puñado de jóvenes que previo al partido recibirán, posiblemente, la arenga mas emocionante de sus días como profesionales. Una arenga que deberá nacer y morir en ese vestuario y que nunca deberá ver la luz. En ese lugar, Ricardo La Volpe preparará su estocada una vez más. Se vestirá con sus mejores ropas para el duelo, retocará su imagen para lo sepan temerario, gritará y exudara una intensidad desmedida. Y esperará el final. No se abraza a su suerte, por que no cree en ella, pero sabe que hay un dicho que dice que la tercera es la vencida.