Revista Insólito

La tragedia de los faquires

Publicado el 17 junio 2021 por Monpalentina @FFroi

💭 Impresiona el documental de Tamara García, y oír los relatos de ilustres y pioneros montañeros de la época.

La tragedia de los faquires

La montaña engancha a pesar de sus riesgos, esfuerzos y dificultades, que los montañeros asumen como un reto, locura difícil de entender si no se ha tenido la oportunidad de hacer una escalada y conquistar los picos más importantes de la Montaña Palentina, que cuenta con más de sesenta cumbres que sobrepasan los 2.000 metros.


Hace años tuve la oportunidad de ascender con amigos a Curavacas, Espigüete, Peña Redonda, Valdecebollas, Peña Prieta, Tres Provincias, Pico El Fraile..., y disfruté de sensaciones nuevas, descubrí la grandiosidad de nuestra montaña, vi sus peligros y sentí una felicidad inexplicable. Obtuve respuesta de porqué arriesgan tanto los montañeros para conquistar una cima, y porqué cada vez que ascienden a una cumbre piensan en conquistar otra más alta, a pesar de que su intento puede terminar en tragedia. Los picos Curavacas y Espigüete dan cuenta de quienes no alcanzaron sus cúspides, y murieron en sus faldas, allí están las placas y cruces de montañeros a los que la muerte les arrebató la vida en el intento de conquista.

Al cumplirse 64 años de la tragedia de Los Faquires, y tras leer el artículo de Froilán de Lózar, que recuerda y analiza este suceso en Diario Palentino, en su "Madeja" de los viernes, he sentido interés por conocer con detalle las causas y hechos que originaron el trágico desenlace. La respuesta la anticipa Froilán, y en su blog pude ver el magnífico documental de Tamara García Iglesias, del año 2006, "Los Faquires. La tragedia del Curavacas". El suceso también se revive con detalle y precisión en el libro de Tente Lagunilla y Carlos M. Martín "Curavacas, piel de hielo, corazón de roca", en su capítulo 16, titulado "El Accidente de los Faquires".

La tragedia de los faquires


Impresiona el documental de Tamara García, y oír los relatos de ilustres y pioneros montañeros de la época, y de las personas allegadas a los tristemente desaparecidos. Sus inéditas imágenes nos presentan, acercan y hacen que vivamos la tragedia, al igual que la vivimos con la lectura de la obra cumbre de Curavacas, en su capítulo 12. Los autores de "Curavacas, piel de hielo, corazón de roca" investigan de tal manera el accidente de Los Faquires que enganchan con su relato al lector, lo transforman en montañero, y consiguen la apariencia de que vea en directo los precisos detalles del suceso. Estremece ver las fotografías de los montañeros muertos, los datos inéditos e información muy detallada de los llorados protagonistas, y de las penosas labores de rescate.

Los Faquires se vieron sorprendidos por una tormenta de nieve, en aquellos años cuando las vestimentas y equipación eran muy rudimentarias, y parece ser que parte del equipo de escalada lo dejaron en una cabaña. Alejandro Díez Riol, reconocido como padre de la Montaña Palentina, y recientemente fallecido, explica el accidente: "Paulino se precipitó al vacío, y Jesús Redondo al ver caer a Paulino, instintivamente debió agarrar la cuerda para intentar frenar la caída, pero su escasa corpulencia poco pudo hacer para contener el muy superior peso de Paulino, y se precipitó al vacío tras la propia estela de su joven compañero de cordada. Sus cuerpos terminaron destrozados". El joven Luis Ángel Puertas vio precipitarse a sus compañeros de cordada, y escuchó el espeluznante sonido de los golpes de los cuerpos de sus amigos en su caída libre, y el último golpe mortal contra las rocas. Se quedó solo ante el peligro con la angustia de saber que murieron sus camaradas, la ansiedad y el miedo le quitaron la cordura y temple para salir cuanto antes de aquella trágica pared, lo que provocó su caída al vacío, estrellándose su cuerpo en las rocas a casi cuatrocientos metros del muro que intentó conquistar.

Cordada de los Faquires, curioso nombre, de unos sacrificados montañeros que quisieron ser autónomos e independizarse de las reglas y marcaje de los organismos oficiales para ser los primeros en conquistar las diferentes vías de las montañas palentinas en las distintas estaciones, teniendo como símbolo el sacrificio y el empeño de conquistar grandes cumbres. El grupo lo fundó Alejandro Diez Riol, acostumbrado a difíciles retos, peligros y abstinencias en la conquista de montañas de prestigio. Alejandro reclutó a entusiasmados e incipientes montañeros: Jesús Redondo Alonso, de 31 años, Paulino de la Torre Vargas, de 17, y Luis Ángel Puertas, de tan solo 16. En aquellos años el montañismo era desconocido en Palencia, "era cosa de locos", y enganchaba a un reducido número de practicantes que amaban la naturaleza y se sentían libres en las cimas, a pesar de la dificultad que entraña su conquista. Riol no pudo tomar parte en la expedición, pero advirtió a sus compañeros que no ascendieran Curavacas, y menos por la cara noroeste, por el peligro que suponía al estar sus paredes heladas. A Riol le prometieron no ascender Curavacas, y le dijeron que subirían Peñalabra. Cambiaron de planes, y la pista la dio Piedad Isla, a quien visitan en Cervera, y les presta una cámara de fotos para que inmortalicen su subida a Curavacas.

Parece que ocultaron su plan a Riol, que fue el primero en sospechar de su muerte y quedó impactado cuando supo que sus compañeros subieron a Curavacas. Curavacas se cobró el peaje de la muerte, no se dejó conquistar y rechazó cruelmente a Los Faquires. Tras el accidente el pico se hizo famoso, ascendió a la categoría de mito, y provocó un parón en las ascensiones, hasta que Alejandro Diez Riol, en homenaje a sus malogrados compañeros, subió y conquistó la cumbre por su pared noroeste, la que provocó la Tragedia de Los Faquires, cordada que adquirió fama, no por sus conquistas, sino por la enorme transcendencia que provocó su muerte.

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