Revista Comunicación
Puede ser Macbeth la obra del inmortal Shakespeare con las mayores adaptaciones cinematográficas en su haber. Directores tan enormes como Akira Kurosawa, Orson Welles y Roman Polanski se han acercado a la que es la gran historia sobre la ambición desmedida en estupendos films que son clásicos. Ahora, nada menos que Joel Coen elige adaptar esta obra para su estreno como director en solitario. El resultado, disponible en Apple Tv, es la impresionante La tragedia de Macbeth, una obra que destila el texto original hasta su mínima expresión, consiguiendo con ella la fuerza de una inusitada pureza y sencillez. El personaje principal, ese que se dejará llevar por el deseo de poder, es interpretado por Denzel Washington, uno de los grandes actores de nuestro tiempo, que aquí está inmenso. Es un espectáculo contemplar su interpretación. Le da la réplica una gran actriz como Frances McDormand, que aquí da vida a una Lady Macbeth, quizás, menos maquiavélica, menos responsable de la deriva de su marido, y más carcomida por la culpa. Si los hermanos Coen se caracterizaban por la musicalidad de sus diálogos y buscaban muchas veces la melodía de los acentos estadounidenses, los versos de Shakespeare, perfectamente recitados, pero en un tono más natural -aunque sin rehuir la teatralidad-, cumplen exactamente la misma función estética. Pero lo que marca sobre todo esta adaptación es un esplendoroso blanco y negro fotografiado por el francés Bruno Delbonnel, que bien vale la película. Joel Coen utiliza unos decorados estilizados, de grandes superficies lisas sobre las que se proyectan sombras expresivas que sirven para reforzar el sentido de cada escena. Coen nos sorprende, además, reforzando los elementos fantásticos presentes en gran parte de la obra de Shakespeare: brujas, apariciones, fantasmas y terribles profecías atrapan a los personajes castigando sus faltas sin escapatoria posible. No dejéis de verla.