Magazine

La tramoya del parís-dakar.

Publicado el 16 julio 2011 por ArÍstides

LA TRAMOYA DEL PARÍS-DAKAR.
Hace unos años tuve la oportunidad de visitar el Lago Rosa y viajar por las playas donde terminaba el rally París-Dakar. En ese viaje descubrí la importancia del tubo de escape alto, de usar vehículos con tracción a las cuatro ruedas y poco pesados, de deshinchar las ruedas y de que en la noche, pase lo que pase, no se para. La cosa estuvo acompañada de algún accidente, del consabido soborno en las fronteras y sobre todo gracias a la pericia del guía (recordad que en el desierto no hay señales de tráfico) de un viaje afortunado.

Allí aprendí que el legendario rally se cobraba por término medio dos víctima civiles ajenos a la carrera al año, que los vehículos dañaban pistas e inutilizaban puentes que luego tenían que reparar los lugareños. Aunque la organización surtía de gasolina a los participantes (60.000 litros por etapa), no era raro que se requisara ésta a las poblaciones cercanas. El moderno espectáculo ignoraba por completo la realidad de una de las zonas más pobres del planeta y desplegaba fastuosos medios técnicos y médicos que sólo por sí mismos hubieran servido para mejorar la vida de los pobladores.

En ese rally los fabricantes provaban sus prototipos antes de salir al mercado, los periodistas fabricaban mitos que luego los espectadores desde el sofá de casa subían a los altares. En última instancia, la carrera era un exaltación al automóvil aunque el artefacto fuera ajeno a los empobrecidos habitantes por donde pasaba. En realidad, era un pasatiempo para los blancos que pudieran pagar su inscripción en él y un negocio para muchas compañías de seguros, fabricantes y proveedores de servicios.

La ayuda humanitaria con que los organizadores justificaban lo absurdo de su conducta pocas veces llegó -por otra parte, logísticamente muy complicado- a los poblados más alejados. En el camino quedan recuerdos en forma de chatarra comida por el viento del desierto en un ejemplo de cómo no debe usarse la tecnología. Al-quaida del Magreg detuvo la realización del rally. En realidad, debiera haber sido el sentido común ante tanta arrogancia que demostró Occidente con sus pilotos jugando a realizar hazañas y los fabricantes a ser dioses de la mecáncia.

A modo de nota final: A quien suscribe para darle a la tecla le hace falta el espíritu necesario para emprender la tarea, tener algo que decir y enfrentarse a la cábala de la reflexión con sosiego. Es por ello que me tomo unas vacaciones que intuyo un poco largas. Hasta la vuelta un deseo: que os vaya bien a todos y le saquéis a la vida toda la chispa que lleva. Nos vemos.


Volver a la Portada de Logo Paperblog