Shyamalan deja el fantástico, suponemos por ahora, y se pasa al psicothriller, un subgénero al que no es ajeno el director indoamericano pues ya se ha adentrado en él en otras ocasiones, Múltiple y Glass son ejemplos de ello, aunque ahora el lunático no disponga de ningún poder sobrenatural más allá de su intelecto. Una cacería humana desde el punto de vista del malo de la función al que obligan a estrujar sus meninges para evitar el cerco y con el que, contra toda lógica, empatizamos hasta casi desear que salga bien librado. Ese es el mecanismo narrativo propuesto por Shyamalan, jugar a situarnos en el lado oscuro y, todo hay que decirlo, lo consigue con creces. Para alcanzar dicho objetivo el cineasta y guionista nos hace engullir unas cuantas situaciones disparatadas para que el susodicho criminal continúe en liza hasta el final; dicen que esa es la magia del cine.
Puntuación @tomgut65: 6/10