Revista Salud y Bienestar

La trampa de lo lacrimógeno

Por Siempreenmedio @Siempreblog

La trampa de lo lacrimógeno

22 octubre 2013 por bynzelman

El pasado lunes, haciendo tiempo antes de una clase, entré a un bar a tomarme un café (descafeinado de máquina) y estaba puesta la tele. He esperado para contarlo porque todavía me duele. Un programa recaudaba dinero, con la persona solicitante en pantalla llorando de alegría cada vez que alguien donaba dinero para su causa. Una de ellas pedía dinero para un tratamiento (larguísimo) de rehabilitación tras sufrir algo muy parecido a un ictus. Una chica joven (no llegaría a los 30, creo yo) con familia, medio paralizada. Estoy convencida de que esto debe cubrirlo la Seguridad Social (al menos así era hace unos años). Siempre ha habido listas de espera, pero que directamente nos empujen al sistema privado es una DEPRAVACIÓN que no sé cuánto más estoy dispuesta a soportar.

NO SE JUEGA CON EL DERECHO (¿recuerdan el significado de la palabra “derecho”?) A LA SALUD. Igual que no se juega con el derecho a la educación, la vivienda y el acceso a los beneficios que genera la ciencia. Pero esto ya suena a agua sobre mojado, ¿verdad? Para eso están los programas lacrimógenos, para hacernos sentir que hay gente buena que hace donaciones modestas a esas buenas causas.

Pues les voy a decir una cosa: ESO SE LLAMA LIMOSNA, CARIDAD (sí, estoy gritando) Y NO ESTOY DISPUESTA A ENTRAR EN ESE JUEGO.

Mis derechos (¡DERECHOS, SEÑORES!) no están en venta. ¿Cuánto más estamos dispuestos a aguantar? Les dejo con un vídeo que, personalmente, me parece horrible, pues oculta un gran peligro. Un temor callado que me persigue. Una trampa lacrimógena que nos emociona, sí, pero que es, si lo piensan un poco, la puerta al abismo, al miedo atroz: el miedo a que algún día de estos (y eso es lo normal en muchos países, incluso los “avanzados”) por romperte un brazo te caiga una factura de seis mil euros y no puedas pagarla. ¿Imaginan lo que les costaría un parto, una apendicitis… un cáncer? No caigan en la trampa de lo lacrimógeno. Es una falacia.


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