Revista Opinión

La transición aún está por hacer

Publicado el 18 abril 2010 por Reven

La transición aún está por hacerEl Alemania, tras ser derrocado Adolf Hitler, los represaliados fueron homenajeados y se empezó a reparar el daño. No son pocos los monumentos que en este país recuerdan esos oscuros años, homenajeando, claro está, a aquellos que fueron asesinados. En Italia más de los mismo, con el buen sabor añadido de que los camaradas de los anteriormente reprimidos pudieron desquitarse con el dictador, que una vez capturado en la calle fue fusilado. ¿Qué otra cosa era de esperar?

En España, no solo no se derrocó al general Franco, debido a la grave derrota de las fuerzas sociales de la izquierda sino que se acepta una ultrajante transición, ni crímenes, ni sanciones, nada. Lo único logrado fue la concesión de que la izquierda también participara del mismo sistema. No tuvieron ni la decencia de buscar a los que mataron para dejar que sus familiares les enterrasen. Algo hicieron mal en la transición o mejor dicho todo.

No haber juzgado los crímenes cometidos nos lega una pesada carga. Imagínense por un momento a un ministro nazi presentándose a las elecciones de cualquiera de las dos Alemanias posteriores al nazismo: inconcebible. Fraga lo ha hecho hasta hace poco. Y repito, es y será una pesada carga debido a que hemos tolerado que los mismos que nos gobernaban entonces se presenten a las elecciones ahora, que sus hijos, con un padre que no se arrepiente de nada vayan a ser nuestros representantes públicos en un futuro no muy lejano. Lo normal es que las familias del régimen hubieran sido estigmatizadas de tal manera que nadie los hubiera presentado ni votado jamás: pero España es diferente.

La sombra de la dictadura se asoma por encima de nuestra democracia. Y no sólo es culpa de los epígonos del franquismo, del que muchos formaron parte directamente, sino también de los mayores traidores de la época: Santiago Carrillo y Felipe González. Sin una ruptura fueron cómplices de que los que estuvieron masacrando, torturando, robando y violando a nuestro pueblo se fuesen de rositas, conservando el poder y la decencia, esto último siempre más peligroso.

Ellos también tienen la culpa de que hoy en día aún, en democracia, no se puedan juzgar las acciones de una tiranía y nosotros, la generación que no vivimos la transición se lo echaremos en cara. España sigue oliendo a naftalina.


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