Finalmente Sandro Rosell, el actual presidente del F.C. Barcelona, y su junta directiva, no darán a conocer con pelos y señales, tal y como habían prometido, la due diligence (DD) que la consultora KPMG ha estado realizando los últimos meses sobre las cuentas del club en los años de presidencia de Joan Laporta. No se publicará ni se dará a conocer la DD alegando lo que ya se preveía, que la información afecta a aspectos confidenciales de la gestión de la entidad y
que no es conveniente ni prudente que sean conocidos. ¿Ni por sus propietarios que son los socios? ¿Y por qué nos hemos de creer nada de lo que se explique sobre ella si no la muestran?
En su lugar, el próximo sábado, en la asamblea de compromisarios, se enseñará un sucinto resumen en power point (10 páginas) que desgranará “algunas de las conclusiones” de las más de mil y pico páginas que tiene la DD. Y sobre él, a votar. Un verdadero acto de fe se le pide al socio. ¿Es esa la transparencia prometida?
Los compromisarios que asistan a la asamblea (están llamados más de 4.000 pero se estima que no superen el millar) se deberán contentar con una explicación, eso sí pormenorizada, de unos de los hacedores de la DD y socio de KPMG. No la hará ninguno de los miembros de la actual junta directiva. Dicen que para ser ecuánimes.
Dicho sea de paso, los compromisarios no representan democráticamente a los socios, aunque sí legalmente, ya que así lo establecen los estatutos de la entidad. Los compromisarios son elegidos por un sistema muy sui generis: una parte lo son en base a su antigüedad como miembros del club y los otros son elegidos por sorteo por un período de dos años.
Por otro lado, Laporta finalmente no asistirá a la asamblea de socios del próximo 16 de octubre. Renuncia así pues, no ya a un derecho de defensa ante lo socios (acción que tendría muy difícil ya que tal como se ha organizado el orden del día primero se votará y sólo al final se dará un turno de palabra a los socios), sino a intentar ejercer la defensa de su buen hacer al frente de la entidad.
Nos hemos de preguntar el por qué de tanta diferencia entre las cuentas de la junta entrante y la saliente. Y es que los cambios (de 11 millones de euros de beneficio a 77 millones de pérdidas) son básicamente contables.
La respuesta es clara. Simplemente se realizan para producir pérdidas en la última temporada de Laporta. Muchos de esos conceptos se transformarán en beneficios en la siguiente temporada de Rosell. ¿Consecuencia de ello? La nueva junta directiva no tendrá que volver a avalar ya que habrán conseguido un ejercicio con beneficios. Por lo tanto, de lo que se trata, en el fondo, es de no avalar en las próximas temporadas.
La mecánica de los avales es sencilla. La Liga de Fútbol Profesional obliga a las nuevas juntas directivas de los clubes de fútbol a depositar un aval por el 15% de los gastos de la temporada anterior (400 millones) que en el caso del Barça representa un aval de 60 millones. Este dinero se pide a la banca que acostumbra a cobrar un 1% de interés. Cuando el club, en las siguientes temporadas, tenga beneficios, los directivos se liberan de su obligación de pago. ¡Vaya¡ igual que hizo Laporta.
La operación es sencilla. Este año Rosell y sus directivos pagarán 600.000 euros pero en las próximas, donde supuestamente habrá beneficios, ya no tendrán esa obligación. ¡Vaya! igual que hizo Laporta.
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