¿Qué se puede contar del premio Planeta casi una semana después de haberse fallado? Bastantes cosas todavía, es más... se puede entrar en la trastienda. Un lugar en el que reina una aparente calma con un mar bravo de fondo. Un evento que congrega en dos días a más de mil personas y que finaliza con la apertura de las plicas que esconden lo que las quinielas apuntan ...o no: el nombre de ganador y finalista. Y que en palabras de Carmen Posadas, miembro del jurado, suena así (hacer clic aquí para escuchar el audio).
Pero para llegar a ese momento, hay un equipo formado por un gran número de personas entre editores, directores editoriales, directoras de comunicación, jefas de prensa, ayudantes de prensa, coordinadoras, más ayudantes, azafatas, conductores que trasladan a los invitados... que han puesto en marcha la cita literaria más glamourosa y a la cabeza, el máximo responsable del grupo editorial, José Manuel Lara, que preside, arropado por los miembros del jurado del premio más goloso del universo de las letras, una rueda de prensa multitudinaria, de la que siempre se espera un titular jugoso, este año hizo hincapié en el peligro real que acecha al libro: la piratería y la guerra del IVA, o lo que es lo mismo, conseguir como sea un 4% para la venta del libro electrónico y salir de la trampa del 18 con el que se grava ahora. (hacer clic aquí para escuchar el audio).
A ese acto, este año celebrado en el Hotel Ritz de decadente elegancia, acude toda la prensa habida y por haber. De Barcelona, por supuesto, allí está la casa madre, de Madrid, Sevilla, Málaga, Galicia, Canarias, Baleares, Asturias, Alicante, País Vasco, corresponsales en España de medios sudamericanos y centroamericanos... que trabajan en periódicos, emisoras de radio, cadenas de televisión, revistas, agencias y sitios web. Un cóctel previo y un obsequio posterior, este año un disco duro externo en formato mini, al que se añade una comida, igual de multitudinaria, cierran una cita de algo más de dos horas en la que los nombres de los posibles ganadores van de corrillo en corrillo.
Idas y venidas de periodistas, que nos suben y bajan de autobuses, ordenados, obedientes y tutelados por el personal de la editorial, para recalar una de las veces en el hotel W y cenar en uno de esos sitios cool, como recoge en su blog mi amiga y colega Carolina Isasi. Invitados que van llegando al Hotel Princesa Sofía que en esas 48 horas custodian los secretos editoriales de muchos títulos que llegarán, de los que no llegaron y de las buenas o malas nuevas en torno al sector. Ir y venir en la zona de desayunos y comidas, más confidencias. Equipo editorial supervisando los últimos detalles que despliega su artillería (portátil, agendas, listados en papel y el inevitable teléfono móvil) en cualquier rincón del establecimiento.
Para llegar a la concesión de los premios el día 15, onomástica de Santa Teresa en honor a la mujer del fundador y madre del actual presidente. Día libre, como en los viajes de agencia, hasta las ocho de la tarde. A esa hora, puntuales todos y ataviados con las mejores galas, tacones nosotras, corbata, por supuesto, ellos. Es una cena de gala. Y nuevamente el autobús de camino al Palacio de Congresos de Barcelona. Los periodistas entramos por un lateral, para recoger el ticket que nos indica el número de mesa en el que nos han sentado, y desde allí poder acceder a la zona por la que desfilan y posan ante los medios gráficos los invitados. Más corrillos para entrevistas al sofocante calor de los focos que iluminan la zona.
Cena, me toca con radios y prensa del corazón, más confidencias, resultados de las votaciones anunciadas desde el inmenso escenario que acogerá a todos los protagonistas de la noche, libros que se caen y de los que sus autores presumirán como finalistas de El Premio, fotógrafos y cámaras que se acercan a la mesa dónde se sientan los escritores a los que apuntaron las noticias previas como ganadores. Polémica habitual de premio ya conocido. Y Carmen Posadas desvelando el secreto, que ya no lo es. Invitados que anotan desde la mesa (redactores de medios escritos), procesión de periodistas a los puestos preparados para pinchar el sonido directo, con ruido ambiente amortiguado, redactores de televisión que se ajustan el cuello de la camisa y recomponen su gesto segundos antes de entrar en directo, compañeros de la radio emitiendo, sentados todos en fila entre un batiburrillo de cables, micros, ordenadores y papeles donde han escrito la crónica.
Con la rueda de prensa posterior, la más elegante del año en cuanto a indumentaria se refiere, en la que luchan el satén y los tacones con el cable de la grabadora y el bolso, de pequeñas proporciones, se hace el fuerte para acoger la libreta y demás útiles de trabajo, termina la jornada... laboral sobre la una de la madrugada.
“Mi novela no es sobre la guerra civil” dice un Mendoza ya ganador, insiste una y otra vez, aunque sí retrata los prolegómenos y se acerca a la figura de José Antonio Primo de Rivera. Mientras, Carmen Amoraga se muestra humilde, a la vez que simpática y algo nerviosa, ante el maestro con el que emprenderá gira por toda España. Pero eso, será a partir del 5 de noviembre, con los libros en el mercado.
Merche Rodríguez