Solo una de cada diez nuevas startups tiene éxito. El resto muere por el camino. “Es la travesía del desierto. Un valle de la muerte en el que las nuevas empresas buscan su modelo de negocio, lo intentan, se equivocan y vuelven a intentarlo”, explica Pep Gómez, presidente de NUMA Growth, un programa europeo de apoyo a compañías digitales e innovadoras en fase de crecimiento.
En el recorrido de las startups, sobran las ideas pero falta la financiación. Comienzan con dinero propio, de familiares y amigos con el objetivo de crecer y ser rentable. En otros casos, la meta es captar inversión de fondos que impulsen su negocio. Pero en ese espacio intermedio está la dificultad y ahí es donde surgen los más de 2.000 business angels que hay en España, según Aeban, la asociación española de estos inversores particulares. Las startups o nuevos proyectos de negocio tienen tres tipos de inversores principales: familia o amigos; inversores privados que arriesgan dinero propio y los fondos de capital riesgo. Cada uno aparece en una fase del proceso: la familia y amigos, al inicio; los fondos de inversión, al final, cuando el modelo de negocio está definido y hay más posibilidades de conseguir una rentabilidad alta. Entre uno y otro es donde los llamados ángeles tienen un papel fundamental: por su inversión y por la capacidad de asesorar a los emprendedores para crecer. “Un business angel ofrece capital, asesoramiento y una red de contactos que los emprendedores no tienen al inicio. También se le llama capital inteligente”, explica José Herrera, presidente de Aeban. Esta figura, que ha ganado peso en España —seis de cada diez de estos inversores comenzaron su actividad en los últimos cinco años—, ayuda a cubrir la falta de financiación inicial. Es un tipo de inversión con elevado riesgo. “Los business angels tienen más capacidad de aceptar riesgo y quieren participar en el éxito de empresas de nueva creación”, dice el inversor Rodolfo Carpintier. La conexión con los emprendedores se da principalmente por dos vías: a través de conocidos y mediante foros de business angels donde se presentan proyectos. Una de estas redes es el IESE, donde se han presentado más de 1.000 proyectos, de los que más de 160 han logrado financiación.
Entre 5.000 y 50.000 euros
“Dos de cada tres compañías siguen funcionando. La tendencia es que cada vez más emprendedores logran financiación con nosotros. En 2016, por ejemplo, lo consiguieron 29 de las 100 que vinieron”, asegura Amparo de San José, directora de la red de inversores del IESEEn una presentación en la escuela de negocios, nueve empresas buscaban financiación de los más de 100 posibles inversores que escuchaban con detalle. “Somos el BlaBlaCar de la mensajería”, decía Daniel Lapesa, cofundador de Shipeer, para conseguir hasta 400.000 euros. Andrés Dancausa, de Sofia Square, también presentó su plataforma de contacto entre profesores y alumnos en busca de 350.000 euros de financiación. “El futuro no está en ordenar y clasificar. Está en dar un servicio de calidad”, aseguraba.
Como explica el presidente de Aeban, la ventaja que ofrecen los foros a los inversores es la selección previa de los proyectos: solo se muestran aquellas ideas con un modelo de negocio definido.
La inversión media de los business angels es de entre 5.000 y 50.000 euros (en ocho de cada diez casos), según el informe de Aeban de 2017. Asimismo, esta financiación se suele realizar en coinversión: en el 85,9% de los casos, según Aeban. “La mayoría de las veces participan entre dos y seis inversores de forma conjunta”, afirma el presidente de la asociación. Así, en este proceso, es donde toma importancia la forma de trabajar y la formación. “La recomendación para los ángeles es que diversifiquen la cartera e inviertan en cinco o seis proyectos, porque solo un 10% tiene éxito”, asegura Herrera. “¿Rendimiento? Muchos lo pierden todo y otros consiguen grandes salidas en las que ganan incluso más de 100 veces lo invertido”, dice Carpintier. Lo importante, según el inversor y profesor del IESE Luís Martín Cabiedes, es invertir como un inversor, no como un cliente. “No puede ser algo irracional, hay que analizar bien el modelo de negocio”.
Fuente: Hugo Gutiérrez/economia.elpais.com