Así se llama una novela del escritor uruguayo Mario Benedetti que cuenta la historia de un hombre con una vida un tanto mediocre y triste que se ve interrumpida por una inesperada historia de amor (una tregua en su vida) que termina también abruptamente. No es una novela mágico-realista (las prefiero) de hecho, cuando la leí tenía 25 años menos, tal vez, y la vejez no era una preocupación. Fue escrita por Benedetti en 1960 y el protagonista tenía 49 añitos. Con mis 52 ruedas capaz me deprime. O no. Lo cierto es que hay treguas de treguas. El diccionario de la Real Academia Española define tregua como: cese temporal de hostilidades.
Venezuela tuvo una tregua aderezada con algunos hechos constatables. Hubo liberación de personajes vinculados a la oposición (que ellos llaman presos políticos a troche y moche y sin que les importen las razones que los llevaron a estar encanados). Digamos que la tregua, en un país acosado económicamente por los poderes fácticos que responden al imperio gringo, dio para comer pernil, ensalada de gallina y hallacas en paz. Me negué, por decencia de consumidora, a comprar pan de jamón a cualquier precio.
Alguien me dijo en estos días que no se sabe cuál es el precio justo, pero justo prefiero gastarme la platica comiendo pernil y hallacas que comiendo pan de trigo con jamón. ¿Alguien sufriría por no comer pan de jamón? Disculpen la digresión.
Lo que digo contrasta con la descripción hecha del país por el actual presidente de la Asamblea Nacional (AN), Julio Borges, una vez terminada la tregua. Dijo algunas cosas sorprendentes y muchas mentiras en su discurso de asunción a la presidencia de la AN. Describió a Venezuela como “el país más rico del mundo” donde “reina la oscuridad”. Habló del voto, de la paz, de la voz del pueblo, de las firmas para un referéndum, del papa Francisco y de que Nicolás Maduro será “arrasado por un río crecido”. Digamos que es su lectura del país, pues. Libre albedrío. También se preguntó qué hacer para salvar a Venezuela.
¿Y qué propuso hacer para salvar a Venezuela del “reino de la oscuridad”?
Alguien hubiese esperado alguna propuesta, alguna iniciativa que viniera de él. ¿Un programita de televisión pidiendo justicia? ¿Desincorporar a los diputados que mantienen a la Asamblea Nacional en desacato? ¿Un llamado a sus seguidores a protestar? ¿Alguna cosa que requiera un esfuerzo de la dirigencia opositora? ¿Algo que dependiera de la instancia institucional que ahora preside? ¿Será que estoy pidiendo mucho?
Yo sí que pregunto estupideces, porque lo único que se le ocurrió no depende de él: un pronunciamiento de la Fuerza Amada Nacional Bolivariana contra la “dictadura” de Maduro. Otra vez buscando el atajo, la vía inconstitucional, la triquiñuela, la papa pelada, el “quítate tú pa’ poneme yo”… Ya ni guarimbas propone, pues. Prefiero el realismo mágico y construir mi propia tregua. La realidad opositora asquea.
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